Después de un ajetreado fin de semana, con semana infernal, rentrées varias de sesiones míticas o aniversarios en locales de diverso pelaje, Brunch -In The Park llega para cerrar un verano intenso y poner el broche semanal para que la vuelta a la oficina al lunes, sea aún más terrorífica, por haber estado dando botes la tarde del domingo. TGIS! Sunday… Funday!
La organización del festival de los domingos llega desde Barcelona al corazón del parque con nombre del alcalde de La Movida, Parque de Tierno Galván, para que quien no esté colocado, se coloque cada domingo bajo el inclemente sol de la capital a disfrutar de un buen desayuno electrónico. Brunch -In The Park se posiciona como el «must be» de cada domingo, tras el boca-oreja de los supervivientes de los brunch del año anterior.
Los «brunchers» no son especialmente sibaritas, y tienen un estómago a prueba de bombas, y lo que realmente les une es el hambre por un buen menú que sacie su voraz pasión por la electrónica. Brunch -In The Park preparó el pasado domingo un buen plantel de platos míticos que todo buen brunch debe tener, para reanimar el cuerpo después de una noche agitada. ¡Que comience el festín!
Para ir abriendo boca, el Brunch -In The Park, propuso una mimosa bien cargadita, Álvaro Cabana a los platos para abrir sesión pasado el mediodía. Toda la energía de la vitamina C del zumo de naranja, con el aliciente burbujeante de un buen cava, para ir preparando el estómago y los ánimos para un brunch que se va a prolongar toda la tarde. Pista vacía, discreta sesión que sonaba más como música ambiente para los madrugadores que dormitaban en las escasas sombras; sonidos oscuros que recuerdan a los ritmos del after del que muchos salieron para acercarse al parque.
El segundo plato, unos contundentes huevos revueltos con hash browns: Trikk al mando. El ritmo sube de intensidad, música más bailable que nos aleje de las ganas de una buena siesta a las tres de la tarde. Nadie quiere una peli de sobremesa alemana de un canal generalista, si la alternativa es hacer la digestión al compás de unas mezclas como las del portugués.
Un buen brunch que se precie no puede eludir el plato estrella, y es unos huevos Benedict, con su melosa salsa que hace las delicias de los brunchers. tINI llegó al Brunch -In The Park, vio y venció. Vítores, gente huyendo de las sombras para unirse frente a la DJ afincada en Berlín, con, quizás la hora más agradecida, con el sol más bajo, y los ánimos levantados. Remezclas extremadamente animadas y coqueteos con el electropop en castellano, fue echada en falta cuando le cedió el espacio al siguiente plato.
Un contundente ¿postre? llegaba tras la única mujer del cartel, con voces electro, arias abisales, y gritos fantasmales. El «Phantom of the Rave», Dixon. Lo dulce de los gofres con la rotundidad del pollo frito, una mezcla arriesgada que llegó pisando con fuerza a la mesa del Brunch -In The Park, que se vio interrumpida y enturbiada por unos garrafales fallos técnicos con hasta tres parones continuados («se les ha roto el Winamp» se escuchaba entre la muchedumbre). Este tropiezo rompió la línea argumental que establecía el Dj para cambiar con brusquedad a un sonido oscuro, muy oscuro, tanto como la noche que invadió el último tramo de la sesión.
Brunch -In The Park cuenta con el handicap de celebrarse en unas fechas «raras» en un entorno que, a no ser que la organización se replantee para citas venideras, solo es un éxito de convocatoria en el tramo final de la cita. La ausencia casi total de sombras, y que la principal sea tras el bloque principal de barras, que impide la visibilidad completa del escenario tras ese parapeto, y un sonido que no llega, hace necesario un estudio previo de orientación geográfica para que hasta los más madrugadores puedan disfrutar de la sesión sin morir de una insolación o por los efluvios de los baños portátiles que nos cobijaban del sol.
Salvando estas apreciaciones, y los fallos técnicos que son «cosas del directo», Brunch -In The Park viene a llenar un vacío de citas electrónicas de la capital a la intemperie, que tan necesarias se nos hacen, y que poco a poco van encontrando su hueco en Madrid. Público variopinto, disfrutando de un Coachella patrio, más pasarela de tendencias que únicamente concierto. Thank God it’s Sunday (again).
Crónica realizada por Ismael Lomana