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25.09.2018 Críticas  
Cerebro, esencia y entrañas del yo múltiple y polifacético

Algo muy valioso nos espera en la Sala Atrium. Aquí «De Santander a NY» nos traslada a uno de esos momentos definitorios de una temporada teatral. Un texto maravilloso de Queralt Riera dirigido por la autora con gran sagacidad y tres interpretaciones emocionantes, sugestivas y penetrantes son la causa de semejante acontecimiento.

Podríamos analizar cualquier aspecto de la función y en todos encontraríamos algo a destacar. Riera nos sacude con un monólogo interior escrito con una sensibilidad dramática especialmente relevante y adecuada. El qué, cómo y porqué a través de una delicada y muy afinada aportación literaria con una fuerte y valiente carga poética que se entrelaza y se embaraza de un envoltorio prosaico y viceversa. Esto es muy importante. La escucha será activa y permanente. Por supuesto la auditiva pero también la sensitiva y aprehensiva. En todo momento conectaremos con lo que se nos está diciendo y sentiremos de un modo en el que la empatía se tornará en algo psicosomático y por lo tanto experimentado a tiempo real. Cómo se transforman en palabras el pensamiento y los sentimientos de un personaje, sus recuerdos y experiencias, supone un triunfo de y para la escritura dramática. Cómo se trasladan las particularidades estilísticas para la argumentación del texto a la interpretación, una victoria de la dirección y, por supuesto, una demostración de la valía y el talante de las tres (número importante en esta pieza) actrices.

La decisión de desarrollar este monólogo interior a partir de tres voces resulta un acierto que convierte a la pieza en un modelo a seguir. Voces de un mismo ser en distintos momentos vitales y también de los múltiples seres que somos a la vez (y que residen en nuestro interior) retratados en el preciso instante en que se resquebraja nuestra concordia o eufonía intrínseca. Resulta verdaderamente maravilloso comprobar la personalidad estilística de Riera, algo que la sitúa en una línea que unos pocos se atreven a pisar (y en la que muchos menos alcanzan el éxito). Una funámbula dramatúrgica sin red que, a día de hoy, podría compartir cuerda con Alberto Conejero, por ejemplo. Después ya está Federico García Lorca. Estilo propio que se alinea a la perfección con el calado de lo que se quiere decir. Como directora ha cuidado especialmente las transiciones. De ritmo y de tono, pero también estructurales y narrativas. La división en dos actos es apreciable sobretodo porque permite asentar lo acontecido hasta el momento y que viremos al mismo tiempo que el personaje y las intérpretes. El trabajo audiovisual de Diego Rosa y Núria Tomás es relevante tanto a nivel estético como de contenido. Lo mismo sucede con la ambientación sonora de Joan Alabedra y la fantástica y personal selección de las canciones.

Las situaciones en apariencia más improbables tendrán lugar junto a las más concretas y contundentes. Pasado, presente y ¿futuro? Deseos, frustraciones, asignaciones y designios fatales (o familiares), condescendencia infanticida hacia los progenitores, desahucios de nosotros mismos a los que nos empujan nuestras raíces y nuestro entorno inmediato, la soledad del anonimato, estaciones de tren, el sueño capitalino como quimera de la felicidad o la libertad… Todo esto y todo lo demás es Aquí «De Santander a NY». La escenografía y el diseño de iluminación de José Menchero dan el clavo, ya que de lo que se trata es de mostrar este espacio interior con todas sus fisuras. De un modo aparentemente aséptico hay una claro entendimiento con las necesidades del texto y de las intérpretes y se consigue plasmar con toda la imparcialidad posible algo tan subjetivo como el alma, el corazón y el cerebro. Lo mismo sucede con el vestuario y caracterización de Txus González. Sutiles variaciones sobre un mismo esquema para mostrar las distintas capas del personaje.

Una pieza de creación con semejante sustancia necesita de unas intérpretes capaces de expresar todos estos recovecos y acompañar al espectador de la mano y con el corazón por este viaje tan visceral. El aplauso más entusiasta se queda corto. Ese bravo ahogado es el mismo grito inaudible y expiatorio que necesita el personaje. De la comicidad a lo perturbador, de lo conmovedor a lo truculento. Esto no es una competición sino una carrera de fondo en la que las actrices se escuchan y acompañan en todo momento y de un modo que convierte nuestra contemplación en éxtasis. Ese ritmo (esa coreografía de voces) es una pirueta disfrazada de espontaneidad y naturalizada de un modo sublime y glorioso. Resulta muy emocionante ser testigo del recorrido escénico de Annabel Castan (la mezcla de delicadeza, sensibilidad, aplomo, emoción y asertividad de su interpretación es apabullante) y Patrícia Mendoza (nadie como ella para mostrar un sentimiento tan intenso y en apariencia irracional y a la vez desarmarnos con esa mirada eminentemente comunicativa y emocionante capaz de explicar todo el recorrido anterior del personaje en cuestión de segundos). Durante las últimas temporadas sus interpretaciones se cuentan entre lo más destacado de las mismas. Una pieza como Aquí «De Santander a NY» necesita que recopilen todo lo aprendido para utilizar todos los recursos adquiridos y congénitos. Y ellas lo hacen. Las tres. Núria Tomás (con una capacidad de reacción tan polifacética como profunda y alineada con el tono y el registro necesario en cada momento) se suma a sus compañeras y juntas nos seducen con su dicción, coreografía, tono, ritmo e intención.

Perfectas en todo momento para expresar lo que el texto dice explícitamente y especialmente lo que no. Una maravilla que nos apasiona y nos fascina hasta dejarnos estupefactos. Un trabajo que es capaz de transmitir toda la complejidad de este monólogo multiforme, multiángulo o polifacético, incluso hexaédrico. Un dado del que veremos todas las caras y combinaciones con una naturalizad, sencillez, familizaridad, sinceridad y franqueza abrumadoras y muy (muy) gratificantes. El trabajo conjunto con Riera es muy fructífero. Cada una a su manera pero siempre teniendo en cuenta el resultado conjunto nos encandilan también con el trabajo corporal y la coreografía. Hay tiempo incluso para romper con todo y mostrar a las intérpretes y momentos de la creación del personaje. Un detalle más que demuestra la honestidad de la propuesta, ya que la cara real de la actriz es una más de todas las que se muestran aquí. A destacar también el trabajo conjunto de las cuatro mujeres hasta conseguir el tono óptimo. Vocalmente la función es muy exigente y la corpulencia y volumen variables e intensos. En este terreno se consigue un gran triunfo ya que el interés e implicación de los espectadores se alineará con el registro utilizado por nuestras «superwoman» en todo momento.

Finalmente, resulta un elogio para el espectador que haya artistas que se preocupen por crear, expresarse y compartir con y para el público espectáculos de esta naturaleza y categoría. Que arriesguen con sentido, es decir, con un discurso propio, potente y muy pensado y con un estilo acorde y tan fascinante como extraordinario. Que se puede hablar de cualquier tema en cualquier formato sin perder el rumbo es una meta a la que por fin se llega con Aquí «De Santander a NY». El ser humano y su condición poliédrica a partir del personaje de Lis. El pasado en tiempo presente y reflejado a partir de las secuelas y consecuencias psicológicas e identitarias. Las unidades de tiempo, espacio y lugar capaces de mostrarse, exteriorizarse e interiorizarse en un mismo y completo plano multiforme, siempre encontrando el equilibrio entre lo aparentemente disfuncional y una acertadísima lectura de género. Brillante.

Crítica realizada por Fernando Solla

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