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06.08.2018 Críticas  
Directamente desde Cuba para Barcelona

El Teatre Apolo presenta durante el verano, y hasta el inicio de la nueva temporada teatral, el cabaret Tropicana. Directamente de La Havana llega a Barcelona la Revista Cubana por excelencia. Una fiesta de ritmos latinos que animará las noches del caluroso verano de la ciudad condal.

Barcelona disfruta ya de todo el esplendor y majestuosidad de la revista cubana a los pies del Paralelo. Un cabaret de referencia en el mundo entero que no tiene parangón y que hipnotiza, durante 1:40h (sin entreacto), al variado público que los visita.

Tropicana presume de ser uno de los cabarets más longevos y completos pero también de los más sacrificados. Y eso se nota. Precisión milimétrica en las coreografías, en las posiciones (entradas, salidas, diagonales…), en la multitud de vestuarios presentados hechos a conciencia. No hay posibilidad de error y siempre, con una sonrisa en la boca. Un cabaret con años de historia cuya excelencia se marca en cada paso dado en el escenario.

El Tropicana trae la mezcla legítima de la elegancia, el glamour y el criollismo, algo que define exactamente la estética del lenguaje corporal del elenco de la Revista Cubana. Así presentan un popurrí de sones tan tradicionales como la Mulata del Cha Cha Chá, La Múcura, Batanga y La polirritmia de La Chancletera; una canción cuyo ritmo contagioso hace que dejes de alucinar con la forma de crearlo y pienses en repetirlo si vas al teatro con zapatillas veraniegas. Puede que te guste, o puede que no, pero es algo gracioso e inusual que no te deja indiferente.

Canción a canción, el cabaret nos atrapa pidiendo más. Los acordes de El Negro Esclavo nos dan ese punto de añoranza y, El Mayoral, la sensualidad de la danza erótica. Junto a los bailarines, los cantantes nos impresionan con sus voces tradicionales cuyo color cubano, totalmente reconocible, es absolutamente delicioso. Estaría toda la noche disfrutando de ellos y de la sublime orquesta en directo.

Por otro lado, los trajes que muestran, diferentes en cada canción, hacen que a cada cual que aparezca en escena sea mejor que el anterior. Un vestuario de ensueño que nos traslada al Tropicana original. A destacar el tradicional Cuadro de los Boleros cuyas mujeres lámpara iluminan la intimidad de la sala. Una puesta en escena sencilla a la par que impactante.

Tras disfrutar de la «muestra» que el Tropicana nos trae desde La Havana, no dejo de pensar en el cabaret original. Si el cabaret cubano luece así de bien en un escenario extranjero y con una escenografía mínima, ¿cómo debe ser en la cuna de la salsa?. Ahora solo me queda entrar en internet y comprar mis pasajes para mis próximas vacaciones. Tras lo disfrutado, La Havana tiene muchas papeletas y el Tropicana será una parada que no voy a poder olvidar en mi itinerario.

Crítica realizada por Norman Marsà

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