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03.08.2018 Críticas  
Segismundo y la posverdad

El Grec Festival ha llegado al OfflaVillarroel con ¿La vida es sueño? o #gwenismürfila. Un proyecto de nueva creación de Les Llibertàries que nos ofrece una reflexión cómico-filosófica a partir del clásico del barroco de Calderón de la Barca y su validez para explicar nuestra obsesión por mostrar una visión posverídica de nosotros mismos en las redes sociales.

“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ficción, una sombra, una ilusión, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Realmente podríamos leer esta pieza como una fantástica nota a pie de página del texto original. No se trata de una excusa y sí de una gran oportunidad para analizar y trabajar distintos aspectos a partir del material de partida. Una muy hábil traslación a nuestros días del recurso del claroscuro, tan utilizado en la época. Un ensayo teatral y la falta de puntualidad de una de los miembros de la compañía destapa todo un cúmulo de suposiciones en las que interactúan y se confunden ensayo, representación, quizá sueños, aspiraciones, anécdotas posiblemente reales o no (magnificadas por la repercusión en redes), reflexiones sobre la situación laboral de los artistas…

Precisamente, la relación entre la presencia en redes y esta especie de escenificación de la imagen que queremos proyectar (o de la idea que nos gustaría que se formara la masa anónima que nos sigue) con la puesta en escena teatral y la dificultad para diferenciar entre el sueño y la vigilia tan característica del personaje de Segismundo resulta el gran hallazgo de la función. Hay varios momentos clave (que no desvelaremos porque la visita depara sorpresas que merecen ser descubiertas en primera persona) en los que la validación de las escenas representadas sobre el escenario se mezclará con fragmentos excelentemente interpretados de la pieza de Calderón. Sin renunciar a momentos cómicos impagables se es totalmente fiel al lenguaje y al tono con el que debe llegar el texto en cada momento. De las décimas y demás formas métricas propias del clásico al estándar y coloquial mucho más desenfadado del registro de una conversación actual. También el lenguaje audiovisual y las referencias a grafías y símbolos de interrogación (véase el título). La función meta-teatral y meta-lingüística está muy bien integrada y se convierte en una base férrea y muy bien construida.

La interpretación de Gemma Brió y Tàtels Pérez está totalmente alineada con lo descrito en el párrafo anterior. Verlas recitar los versos captando toda la forma y significado a la vez que confieren el tono humorístico e irónico propio de las escenas que están representando es algo digno de admirar. El desdoblamiento y fusión de sí mismas con los distintos personajes que puedan interpretar es asombroso. Si algún día se diera la ocasión, las animamos a que representen la pieza original completa siguiendo estas mismas directrices. Mención especial para la escena de la rueda de prensa (el que haya asistido a la función ya sabe a qué nos referimos). La aportación de Enric Alarcón como técnico en escena (y lo que se tercie) redondea el resultado final, así como su diseño de iluminación y el trabajo de vídeo y audiovisual de Mar Orfila.

La dirección de Brió y Norbert Martínez consiguen hilvanar con aparente facilidad este conjunto de reflexiones logrando que el público se sumerja totalmente y se sienta partícipe de este reflejo del mundo que le rodea. Lo absurdo, delirante o surrealista no está para nada reñido con la relevancia o gravedad de los temas que se tocan. Un valor añadido que demuestra el buen pulso de ambos también en la dramaturgia. En un momento en el que nombres destacados de la actualidad escénica firman versiones de clásicos que (en algunos casos) no aportan al original el mismo valor que los beneficios por derechos de autor a la nueva firma, encontrarnos en ¿La vida es sueño? o #gwenismürfila una valiosa reflexión sobre la validez o no de la apropiación de obras ajenas para explicar inquietudes propias. En este caso, el uso (y abuso) resulta ejemplar y muy significativo.

Finalmente, asistimos a una pieza que sobresale por su capacidad para alcanzar o afirmar a través del razonamiento dramatúrgico sus premisas. Una suerte de silogismo escénico que muestra también la conclusión de una proceso de creación de una compañía que (como ya hizo con Llibert) vuelve a sorprendernos. Por lo que cuenta, por cómo lo cuenta y, lo más importante, por transmitirnos también el porqué lo cuenta.

#todossueñanloquesonaunqueningunoloentiende

Crítica realizada por Fernando Solla

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