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27.06.2018 Críticas  
El futuro es ahora

La ciencia ficción está de moda, y las historias distópicas están en boga en todas las disciplinas artísticas. La sala Intemperie Teatro programa Dis7opía, de Esteve Soler, con dirección de Juan Lopez-Tagle, siete escenas que nos acercan un futuro que ya esta aquí.

Extraídas de las «Trilogías de la Indignación y la Revolución2 de Esteve Soler, Juan Lopez-Tagle dirige a Javier Hernández, Jorge Páez y Alba Fontecha, interpretando distintos personajes que se mueven en un mundo muy reconocible, en situaciones extremas y surrealistas, trasladando a la audiencia si lo que estamos presenciando está por llegar o ya lo estamos viviendo.

Infantiles apariciones holográficas en un salón, pastillas que sumen a los sujetos en un estado de enamoramiento inducido, macabros accidentes inmortalizados, vecinos invasores que nos hacen dudar de nuestra propia existencia. Aplicaciones móviles que nos regalan los oídos, relaciones personales sometidas a condiciones contractuales, y enormes manzanas que ponen a prueba a familias bíblicas.

La selección de escenas de los textos originales solo tienen en común en tiempo futuro en el que se ubican, pero se echa en falta que el denominador común de todas ellas diese mayor empaque a la propuesta. El impactante espacio escénico y escenografía diseñado por Álvaro Espinosa y Clara Maseda eleva las expectativas de una audiencia preparada para enfrentarse a la visión de un futuro que no es tan terrible como nos lo pintan y en el que ya estamos plenamente inmersos en la actualidad.

López-Tagle promete un plato fuerte con los actores ya en escena repitiendo una secuencia de movimientos con robóticos ademanes, en los que los actores juegan a una especie de de juego de palabras encadenadas léxico-numéricas, que inquieta. Alba Fontecha está correcta en todos sus personajes y logra sumergirnos en esta realidad distópica en su papel de joven sin escrúpulos ante el terrible accidente que sufre un transeúnte. Jorge Páez destaca en el relato del adulador teleoperador de la aplicación móvil, y Javier Hernández y su inquietante mirada es el acento en todas las escenas que participa.

Está muy próximo el éxito, ahora mediático, de propuestas como la serie «Black Mirror» o la demoledora «The Handmaid’s Tale» para que lo que se nos representa en escena nos inquiete o perturbe, y quizás hubiese sido un acicate jugar al terror psicológico con estas escenas, o apretar al público à la Haneke, descolocándonos al mostrarnos en escena algo tan terrible como real, y haciéndonos partícipes de la propuesta. Dis7opía muestra un futuro «vanilla» que espero que en su traslación a la pantalla de cine el próximo otoño, logre chocar y remover como sugiere la propuesta escénica, pero cuya intención naufraga en la comedia negra, de forma voluntaria, cuando lo que debería hacer sería helarnos la sonrisa como la que actualmente se dibuja en nuestro rostro ante las últimas decisiones judiciales, y los juegos de poder que estamos viviendo en el presente. El futuro ya está aquí, y ojalá lo más terrible solo fuese la propuesta del autor, Esteve Soler.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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