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31.05.2018 Críticas  
La forja de un legado

Los Grumelot parece que han cogido carrerilla, y tras recuperar «Scratch» y cosechar llenos y críticas muy positivas, entregan al Surge Madrid 2018 junto con la Escuela Nave 73 este #AnualDeMontaje How to disappear completely, una «creación escénica multidisciplinar» de Iñigo Rodríguez-Claro y Carlota Gaviño a partir de las propuestas del elenco.

Es 28 de enero de 1986, y los siete tripulantes del transbordador Challenger se embarcan en el décimo y último viaje. Tras 73 segundos de misión, este se desintegra y sus tripulantes fallecen tras impactar su cabina contra el océano. How to disappear completely reconstruye en forma de epopeya nerd los últimos instantes anteriores al impacto. Reagan, los familiares, un repartidor de pizza y Beyoncé, forman parte de esta reconstrucción de los hechos, en un proyecto bien freaky que bucea se mueve entre la nostalgia, el humor absurdo, y un sentimiento existencialista que involucra al espectador en la proyección de un legado. De nuestro legado.

El trasfondo de ciencia ficción de José Padilla en «Las Crónicas de Peter Sanchidrián» y el teatro documental de «Dios K» de Antonio Rojano, son evidentes como colaboración en la autoría de este texto de los antes mencionados, Rodríguez-Claro y Gaviño (también a la dirección) y el joven elenco del montaje. Los once intérpretes se sumergen en la titánica prueba de fuego de hacernos partícipes de este viaje en el tiempo, donde pasamos a ser no solo espectadores del horror que supuso la desaparición en directo del transbordador, sino testigos del making of del mensaje del presidente Reagan, en cuyo texto subyacen locas referencias a piratas del pasado, y mensajes tan infantiles como que cosas malas ocurren todos los días.

Es escalofriante rememorar y e investigar por Youtube sobre el fatal incidente y presenciar, como hicieron miles de personas en directo por la televisión, la retransmisión del acontecimiento. Los allí presentes, entre ellos familiares de los tripulantes se mueven entre la emoción, el estupor y la posterior constatación de que lo que acaban de ver es la muerte en directo de sus personas más queridas, de siete profesionales pasando a la historia como valientes víctimas de «obviously a major malfunction», como expresará John Nesbitt en directo, y cuyas palabras pasarán a ser su legado.

Desconozco la edad real en la que se moverán los integrantes del elenco de How to disappear completely pero me puedo aventurar a que se mueven entre los 18 y los 23, máxime; ellos son partícipes de la construcción de un proyecto cuya premisa indican que es la inevitabilidad del fracaso, pero yo prefiero tomar ese detalle como anecdótico (shit happens) para centrarme en lo realmente importante y es una idea que no se dejan de reiterar durante la duración completa de la propuesta: cómo quieres ser recordado, cuál es el legado que quieres dejar. Ecos de esa frase final de ‘La Piedra Oscura» de Alberto Conejero, y que yo mismo llevo grabada a tinta en mi piel «(…) no voy a desaparecer del todo, ¿verdad? Nadie puede desaparecer del todo, ¿verdad?» retumban por la sala, porque todo aquello que hacemos, cualquier acción diaria, está destinada a pasar a la historia, aunque sea una historia tan intrascendente como la de la mayoría, que tenemos vidas comunes, y formamos parte de esa masa intrascendente que es la Humanidad, en la que solo unos pocos pasarán a tener algún tipo de relevancia.

Carlos Pulpón, uno de los intérpretes del montaje con el que coincidí recientemente en la misma sala, me preguntaba qué tal me había parecido la función, y le comenté que estupenda, que genial todo, aunque me llegó a pesar la duración en algún momento, aún estando disfrutando mucho del montaje. El inicio y el final considero un claro homenaje a esa epopeya teatral que es, ha sido y será «Mount Olympus» (una vez mas, el legado) y toda la construcción del resto de la propuesta se mueve entre la improvisación, la interacción con el público, que hasta mi compañero Moisés C. Alabau hubiese disfrutado; y la siempre agradecida naturalidad en la interpretación, por este joven elenco, siendo esto una gran labor de la dirección. Que solo en contados momentos queden artificiales ciertas partes del texto en boca de los actores, hace que la audiencia sienta que se encuentra ante los propios tripulantes contando en primera persona sus últimos segundos de vida, y es sobresaliente esa cuenta atrás en negativo y luego en positivo, de las últimas frases que salieron de las bocas de los astronautas.

Que esta ‘joven compañía» interprete con tantas ganas y entrega es tan emocionante, que llegas por momentos a desear seguir de cerca la carrera de todos y cada uno de ellos, aún sabiendo que la mayoría de los mismos se queden por el camino de la interpretación, por circunstancias de la vida (ojalá me equivoque), y que esos otros que tengan la suerte de poder prosperar en la profesión, tienen un brillante futuro, o al menos cuentan con la base para poder emprender esa forja de su propio legado. El azar es un factor determinante en su camino, y no solo el talento, por ello animo a que estos once valientes luchen por su sueño me hagan disfrutar en un futuro tanto como lo que me han hecho disfrutar con este How to disappear completely. Gracias Sara, Lola, Iván, Ainoa, Claudio, Eva, Itziar, Lucía, Laura, Carlos y Pablo; vosotros, para mi, ya habéis pasado a la historia con vuestras ganas, y ahora formáis parte de la mía.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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