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29.05.2018 Críticas  
Acercando Estambul a Barcelona

Dos géneros; dos religiones; dos continentes; dos mundos. Y muchas historias. Así podría resumir, en pocas palabras, lo que es Històries d’Istanbul, A Contrapeu que reprograma el Teatre Lliure de Gràcia después de haberlo estrenado en el Grec del año pasado.

Basándose en un estilo de teatro dramático clásico turco, donde la narrativa se basa en las historias contadas por un actor, Yesim Özsoy escribe una dramaturgia en la que nos habla de su ciudad y de la convivencia de una cultura que bebe de dos mundos completamente opuestos. El punto donde Asia y Europa se encuentran. Y, donde sus gentes y sus enormes diferencias se encuentran también.

En su texto, Yesim Özsoy ha creado doce personajes interpretados por seis actores y que bien representan la gran variedad de personalidades que uno se puede encontrar cuando visita Estambul. Gente arraigada a su tierra, pero que tiene que marchar para labrarse un futuro fuera del país. Gente que defiende su creencia en Alá. Gente que defiende la libertad de la mujer. Gente desesperada. Gente acostumbrada. Gente que es feliz. Gente que no lo es.

La narrativa de Històries d’Istanbul, A Contrapeu tiene la peculiaridad de mezclar todas esas vidas, con la variedad que eso representa y crea lo que, aparentemente, parece una sola historia que bebe de las doce a la vez. Salta del presente al pasado y de personaje en personaje, cosa que le dota de personalidad a la obra, aunque al principio, esa particularidad hace que sea un poco más difícil de seguir. Pero una vez has conseguido identificar a todos los personajes y sus historias, el texto se convierte en un atractivo juego de palabras laberíntico del que disfrutar.

Hay una extraordinaria compensación en la dramaturgia, pues todos llevan casi por igual una parte de peso en sus personajes y una parte de apoyo al resto y, a la vez, en los actores y actrices seleccionados por Joan Arqué Solà, quienes con sus intercambios constantes de personalidad, sus aspectos físicos y su buen hacer en el campo interpretativo nos transportan a miles de kilómetros casi sin darnos cuenta. La realización de vídeo a cargo de Bonobo Films, de fondo a una escenografía escueta pero con todos los elementos necesarios para recordarnos a la cuidad (agua, alfombras, mobiliario arcaico…) también contribuye a esa transportación.

Los seis ejecutan un certero a la par que atractivo desarrollo de esos personajes y existe una poderosa comunión entre ellos para intercalar sus diferentes partes de tal forma que se escuche perfectamente lineal, a pesar de estar constantemente hablando de cosas muy diferentes. Quizá este último es el valor más preciado que le doy a este montaje, por la dificultad, pero a la vez gran ejecución del texto. Tanto Mercè Aránega, como Francesc Ferrer, Jordi Figueras, Elena Fortuny, Carles Gilabert y Magda Puig cumplen esa complicada misión, todos con nota. Y el espacio sonoro de Nuu, evocador y que, evidentemente, nos transporta pone la guinda a este proyecto que se disfruta en cuanto, pasado un breve tiempo, te consigues sumergir en él.

Una historia de un país a miles de kilómetros del nuestro. Pero, principalmente, una historia de personas. Y, como en todo lo que afecta al ser humano, una historia que no está tan lejos de nosotros como nos podamos imaginar. Está en su última semana del Teatre Lliure de Gràcia. Recomendado para los que le gusta conocer mundo y para los que les gusta vivir experiencias diferentes.

Crítica realizada por Diana Limones

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