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10.05.2018 Críticas  
Voces en la oscuridad

L’Off La Villarroel acoge una muestra de teatro documental en la que los espectadores compartimos espacio con los creadores e intérpretes. Mos Maiorum es un espectáculo en el que la urgencia y la empatía se mezclan para ofrecer un resultado que no tiene miedo a lanzarse al vació dentro de un género en el las intenciones no siempre coinciden con el resultado.

No sería el caso. Hay espectáculos itinerantes pero no suelen desarrollarse en el interior de una sala ni mucho menos sobre el escenario. Este sería el primer punto a favor. Un escenario oscuro y desnudo por el que deambularemos tan a la deriva como los intérpretes nos marquen. Es curioso cómo este factor despierta la escucha activa pero a la vez activa nuestra capacidad para ahondar y sumergirnos en nuestra propia manera de afrontar la situación.

Prestar la voz a los silenciados es una manera de denunciar o, si se quiere, de llamar a las cosas por su nombre. Las víctimas de un genocidio consentido que nos hablarán en primera persona. La recopilación de testimonios denota un trabajo de fondo muy detallado y aplicado. Miembros de la Cruz Roja, vecinos, periodistas, funcionarios, traficantes… Víctimas, verdugos, testigos… Barcelona, Marruecos, Ceuta, Melilla, el Gurugú… Distintas posiciones personales y geográficas que experimentaremos a partir de la técnica de teatro Verbatim.

Diferentes idiomas y acentos para transmitir las réplicas y testimonios exactos de los entrevistados, los verdaderos protagonistas. En este aspecto, tanto Ireneu Tranis como Alba Valldaura y Mariona Naudín realizan un buen trabajo, desapareciendo en la oscuridad y entre el público y moviendo todos los elementos escénicos que intervienen en la función. Situarnos con ellos en medio del escenario es una buena decisión para asimilar esa primera persona que interpelará directamente a nuestra consciencia con una equilibrado requerimiento tanto de la razón como de la emoción. Muy bien hallado el título y su referencia a la pasividad y permisividad sobre el asunto. El escudo de la costumbre heredada de nuestros antepasados.

El espacio escénico de Clàudia Vilà y la iluminación y espacio sonoro de Pol Queralt saben entender muy bien la naturaleza de la propuesta y se convierten en cómplices de lo que sucede en escena y, por lo tanto, de todos nosotros. El trabajo audiovisual es de factura sencilla y totalmente adecuada al tono requerido y, de nuevo, potente y muy esclarecedor del contenido que nos quiere mostrar. Esto dice mucho a favor de la implicación de estos tres guías de excepción. Saber cómo decir las cosas es muy importante pero, en este caso, el qué debía primar por encima de todo. En este aspecto, el éxito es digno de mención.

Por supuesto que, como en toda manifestación artística, hay una intención. No se trata tanto de moralizar sobre el tema sino de despertar la empatía mirando de frente. En el caso de Mos Maiorum esto sucede de un modo bastante espontáneo. Los tres artífices saben cómo plantearnos el asunto de un modo en el que lo personal prima por encima de cualquier corsé formal y no se reduce a una temática más que abordar. Su implicación y entrega es destacable pero, especialmente, su trabajo de búsqueda y recopilación. Una base muy sólida sobre la que se pueden compartir experiencias antes que glosar un listado de personas o situaciones.

Crítica realizada por Fernando Solla

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