novedades
 SEARCH   
 
 

19.02.2018 Críticas  
F*ck the system, F*ck ‘em all!

Ante situaciones extremas, medidas desesperadas parece ser el leit motiv de este proyecto de Juan Frendsa tras la íntima y personal ‘Oriotalev‘. El dramaturgo pone voz a la generación Z en la Nave 73, una bofetada a esa juventud dormida a la que llama a las armas por un futuro mejor.

Una nave que sirve de lugar de reunión para un grupo de jóvenes que ejercen de vengadores anónimos de su instituto. Un nuevo miembro entra a formar parte de Escoria, y el ímpetu de este hace que se tambaleen los cimientos de la formación, sacando a relucir la defectuosa estructura que la sostiene, donde las envidias, los secretos, las luchas por el poder y la toma de decisión sobre la acción más importante de la organización que va a marcar sus vidas para siempre.

Frendsa maneja con manos maestras la narrativa, y desde el potente inicio al tenso final, por momentos uno se olvida que se encuentra en un teatro porque todos los recursos que utiliza: iluminación, ambientación y la banda sonora, convierten a Escoria en algo muy próximo a una serie de televisión.

Destacar en particular a alguien del elenco, estando todos al mismo nivel interpretativo y de entrega, sería muy injusto. La intensidad que transmiten todos y cada uno de ellos roza lo exagerado, pero teniendo en cuenta el entorno adolescente en el que se mueve el texto, esto pasa de ser un defecto a una virtud que aporta aún más realismo a unos personajes para los que solo hay extremos, o blanco o negro, o muy tristes, o entusiasmados, odiando o amándose entre ellos. Haré mención, como ejemplo ilustrativo, al choque de trenes que protagonizan Ángela Cervantes y Héctor Molina, en el que en mi función, era tal la intensidad con la que estaban viviendo la escena, que de un empujón de Molina a Cervantes, a esta le salen despedidos los pendientes, propulsados desde sus orejas.

Escoria tiene todos los ingredientes para convertirse en un retrato generacional y un proyecto que debería convertirse en el terror de los profesionales de la enseñanza, por la rebeldía y el acicate a abandonar la zona de confort y ser reaccionario. Los componentes de Escoria son jóvenes muy cabreados por todo lo que se mueve a su alrededor, sobre lo que no han tenido ningún poder de decisión, y que consideran como una deuda directa de unos adultos que han tomado muy malas decisiones, y es a ellos a los que les toca vivir más tiempo con esas consecuencias.

Juan Frendsa podría ser el Kevin Williamson patrio, el representante máximo de un teatro joven, que habla su propio idioma, sin caer en el drama existencial y lo didáctico. El poli malo de la corriente que lleva gestándose un par de años para formar a una audiencia joven al que ir al teatro le parezca un planazo; es el novio macarra que no le presentarías a tus padres porque te incita a la rebeldía y a derrocar a la autoridad. El trabajo de interpretación y de hacer equipo es evidente, y esa unión entre todos, sirve para conseguir resultados en escena muy notables. Negar que los todos están «muy arriba» o rozando el «darse la vuelta» por intensos, encuentra aquí hasta una justificación en cuanto a esa situación extrema en la que se encuentran estos personajes.

Crítica realizada por Ismael Lomana

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES