novedades
 SEARCH   
 
 

14.02.2018 Críticas  
De Tetuán a Minnesota a ritmo de Mecano

El Teatro Galileo nos traslada a Estados Unidos. Lucia Carballal, autora de Una Vida Americana construye un relato que viaja entre la comedia y el drama social. Un juego equilibrado que se sostiene gracias a solidas interpretaciones y en una escenografía mágica que consigue trasladarnos a ese camping de Minnesota.

¿Quién no ha fantaseado con el sueño americano? Todos lo hemos hecho alguna vez. América, la tierra de las oportunidades, donde los sueños se cumplen. Traslademos ese sueño a una familia del humilde barrio madrileño de Tetuán, que por un capricho del destino, está formada por un padre americano que desapareció sin dar explicación, y por una madre y dos hijas con conflictos indentitarios, en busca de respuestas.

Eso cuenta Una Vida Americana, la búsqueda de respuesta y la búsqueda y aceptación de uno mismo. Saber qué lugar ocupamos en el mundo, buscar nuestro sueño, buscar una respuesta, aunque sepamos que a lo mejor la respuesta no es la que queremos. Esta familia, liderada por una excelente Cristina Marcos emprende viaje a Minnesota para reencontrarse con la figura paterna que años atrás desapareció. Esther Isla es la hermana ilusionada en ese encuentro, es la que espera encontrar sentido a su existencia y tiene todas las esperanzas puestas en esa ansiada reunión. Vicky Luengo es la otra pata de esa familia. Una joven trans (queer como la llaman en la obra) que tiene clara su identidad, pero a la que su alrededor más inmediato aún no comprende. César Camino es el novio de la hermana mayor, que se presenta en el camping para acompañarlas en el viaje, y que provocará más de un desequilibrio en el frágil andamiaje familiar.

El texto está salpicado de momentos de comedia muy bien resueltos por Esther Isla, que es quien lleva el mayor peso de la función. Los momentos dramáticos y de reflexión se intercalan entre esos divertidos momentos. Al fin y al cabo, la situación no deja de ser surrealista. Una familia de Tetuán, en una caravana, en lo más profundo del estado de Minnesota. En realidad, la búsqueda de la figura paterna es la excusa para reflexiones sobre la identidad de cada uno, ya sea sexual, religiosa e incluso patriótica. Las divergencias sobre esas identidades, que se acentuaran con la llegada del novio judío, son las que construyen el relato. Finalmente el reencuentro con el padre pasa a un segundo plano, lo que nos interesa es saber si esos personajes se encuentran consigo mismos y consiguen construir un futuro juntos.

No se puede dejar de mencionar la preciosa escenografía de Alessio Meloni, ¿hay alguna escenografía mala en su historial? Lo dudo, y aquí lo vuelve a corroborar. Esa caravana elevada, los árboles, todos los detalles cuidados al máximo, consiguen el traslado inmediato al camping. Víctor Sánchez Rodríguez dirige la función con brío, y se agradece. Duración justa y un final de esos que dejan pensando largo tiempo. El futuro soñado o no, pero al final el tiempo nos da las respuestas.

Una Vida Americana es un bello ejemplo de teatro nuevo, con un lenguaje desenfadado, un texto ágil, dirección certera y unos actores en sintonía. Si bien quizá le eché de menos algo más de carga dramática, o que en algún momento me pellizcara el corazón, si es cierto que el interés no decae en ningún momento y que los personajes están dibujados con precisión. Una función que se disfruta de principio a fin y que nos deja con la sensación de querer saber más. Al final, todos hemos querido en algún momento huir lejos para encontrarnos. Al final siempre hacemos balance de lo bueno y malo….cinco minutos antes de la cuenta atrás.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES