El Teatre Romea acoge el nuevo trabajo como autor de Ramon Madaula. Adossats parece recoger lo mejor de las anteriores aportaciones del dramaturgo, que se rodea de un gran equipo artístico para ofrecernos una comedia tan próxima como punzante y mordaz.
Tras “Coses nostres”, “L’electe” e “Ignots”, Madaula da el salto al teatro de gran formato. No sólo por el aforo y posibilidades del recinto sino porque el texto que se trae entre manos pasa de dos a seis personajes. Para Adossats ha confiado la dirección a Jordi Casanovas, un autor-director con talento demostrado tanto para dirigir sus propios textos como los de otro, ya sean adaptaciones o de nueva creación. Si le sumamos una escenografía realista y muy acertada y un reparto increíblemente inspirado y cohesionado, el resultado supone una gran sorpresa a la vez que la consolidación de un estilo propio y distinguido.
Una de las mayores virtudes de Adossats es la capacidad del autor para contextualizar. A partir de unos personajes y situaciones ficticias podemos ubicarlo todo en un contexto geopolítico cercano e inmediato sin salidas del tono o ritmo ideados para la función. El dominio del símil, la creación de réplicas y el desarrollo de situaciones y personajes suceden con aparente espontaneidad. Una escena lleva a la otra y así sucesivamente. No se verá la maquinaria de este gran artefacto cómico que funciona sin altibajos y con un gran dominio y balance tragicómico. En este sentido, la labor de Casanovas se ha alineado totalmente con las necesidades e intención del material de partida.
Sucede lo mismo con la dirección de intérpretes y la asignación de personajes. Estos últimos han sido escritos aprovechando sus roles prototípicos como catalizadores de un relato que aquí nunca será como esperábamos. Precisamente para romper con cualquier cliché que puedan representar desde su interior y ofrecer una profundización insólita y muy apreciable. De algún modo, parece como si Madaula hubiese insuflado la misma vida a estos seres sobre el papel que la que consigue construir para sus creaciones escénicas. Un trabajo minucioso muy bien aprovechado por todos ellos. De este modo Guillem Balart y Marieta Sánchez saben aprovechar todas estos detalles para destacar por méritos propios en sus escenas. Carles Canut ofrece una gran interpretación muy por encima del costumbrismo que se podría esperar, lo mismo que Rosa Renom. Ambos se suman a la interpretación de Madaula y de Jordi Bosch y alcanzan el control y dominio del ritmo y la magnitud tragicómica de todo el conjunto.
Como decíamos, la escenografía de Joan Sabaté resulta un acierto. Tanto por el realismo como por la arquitectura del decorado. Multiplicando la posibilidades de entradas y salidas, así como propiciando que la perspectiva sea siempre idónea, en conjunto con la iluminación de Sylvia Kuchinow. En todo momento nos resulta creíble esa situación el exterior aunque nunca dejaremos de ver el interior y podamos imaginarnos las distintas alturas y estancias. Un muy buen uso de la doble altura sólo cuando es necesario demuestra que diseño y funcionalidad no siempre están reñidos y que un cambio de iluminación o focalización puede aportar aire cuando las situaciones se vuelven asfixiantes. El espacio sonoro de Jordi Agut termina de redondear la propuesta.
Finalmente, y por todo lo expuesto hasta aquí, Adossats nos ofrece una oportunidad de lujo para encontrarnos con unos intérpretes estupendos que en manos de este director nos enseñan capas y matices que todavía no les conocíamos. Un buen texto de un autor que parece llegar a la madurez en esta faceta. Por último, una muy adecuada puesta en escena que despierta la carcajada y la reflexión a partes iguales. Unos profesionales que consiguen que asimilemos su trabajo de fuera hacia dentro. Un espejo cuyo reflejo hace que nos conozcamos un poco mejor a nosotros mismos. Una jornada teatral provechosa y muy meritoria.
Crítica realizada por Fernando Solla