Ron Lalá vuelve a las tablas con su consabido humor y sus aleccionadoras propuestas. En esta ocasión, con Crimen y Telón, el Teatro Fernán Gómez viaja al 2037, en una sociedad que ha prohibido cualquier expresión artística. Un terrible asesinato ocurre en ese teatro y asistiremos a las pesquisas del detective Noir para descubrir al desalmado asesino.
La trayectoria de Ron Lalá es toda una concatenación de éxitos. Sus pasados montajes se han ambientado en el Siglo de Oro de la literatura española, consiguiendo dar verdaderas lecciones de literatura e historia entre carcajadas y un humor inteligente, que juega con el lenguaje y se suele acompañar de música. Aquí, en Crimen y Telón, la compañía nos lleva al futuro. Una curiosa e interesante premisa, en la que el teatro ha sido asesinado. Un detective deberá descubrir quien ha sido el asesino. Todo eso servirá para hacer un repaso de la historia del teatro, desde sus orígenes en las tragedias griegas, al teatro español, alemán y francés, llegando al teatro contemporáneo. Toda la función es una interesante masterclass de lo que significa el teatro, del poder que ejerce el acto teatral. A ritmo de persecución policiaca, con inteligentes juegos del lenguaje y un atinado uso de la palabra y la música descubriremos que ha ocurrido y que secreto esconde el detective Noir. Todos los integrantes de la compañía, a saber, Juan Cañas, Íñigo Echevarría, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher y Álvaro Tato, están más que atinados y correctísimos en sus distintos papeles, algunos de ellos transformándose en múltiples personajes.
A lo largo de la representación no faltan los ya conocidos momentos musicales que acostumbran a interpretar estos juglares del Siglo XXI. La escenografía contiene más elementos escénicos que sus últimos montajes y el vestuario es un acertado viaje a todas las épocas que se representan.
El interés de la historia capta la atención desde su inicio, los juegos de palabras para evitar mencionar cualquier palabra que tenga relación con el arte son magistrales. Quizá la parte central debe fluir un poco más ágil. Esta es una función totalmente nueva que aún debe coger temperatura y respirar. Quizá alguno de los fragmentos se hacen más densos de lo deseado, si bien otros tienen la agilidad a la que los Ron Lalá nos tienen acostumbrados. El alargado escenario del Fernán Gómez puede que no sea el mejor marco para captar la atención indivisa del público. Ahora bien, la función se disfruta, ya sea por lo interesante y original de la historia, por la agilidad del lenguaje y el humor fino, o por el buen hacer que caracteriza a la compañía. El tramo final es todo un intenso y chispeante dialogo que hace las delicias de los asistentes.
Crimen y Telón es una arriesgada y novedosa propuesta que mezcla humor, sátira, lecciones magistrales de la historia del teatro y del oficio teatral, melodías agudas y pegadizas y todo lo necesario para que el asesinato del teatro se convierta en toda un reivindicación de que este jamás morirá. ¡Larga vida al Teatro!
Crítica realizada por Moisés C. Alabau