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22.12.2017 Críticas  
Vida que duele, normalidad que ahoga

Cualquier amante del buen musical ha oído hablar de “Nex to normal”. Ganó el Pulitzer y se hizo con tres Premios Tony. Muchos pensábamos que jamás en España veríamos este show. Por suerte nos equivocamos, y de la mano de la productora Nostromo nos llega Casi Normales, un musical de esos que dejan huella, con sencillez y emoción a flor de piel.

Estrenado hace unas semanas ya en Canarias, y después de un exitoso paso por Bilbao y Barcelona, llega a Madrid, al Teatro La Latina este Casi Normales. Con una cartelera madrileña que este año rezuma exitazos musicales, llega este, y lo hace por la puerta grande, con la esencia de lo que es un musical en estado puro, con una historia que atraviesa al espectador, con unas interpretaciones que dejan sin aliento, y con un montaje que en su aparente sencillez consigue hipnotizar al público. Un lujo de función que nadie debería dejar escapar.

Casi Normales cuenta los avatares de una familia en apariencia normal, enfrentándose a un hecho que trastocará la existencia de todos los miembros de la misma. Se tocarán temas como la depresión, trastornos bipolares, medicación, carencias afectivas, reacciones dispares al dolor. Temas duros, temas que a muchos nos revuelven. Todo eso está en el musical, con una elegancia y emotividad de libro. Tocando los resortes emotivos, acariciando y arañando a la vez, poco a poco la emoción se apodera de la platea. Al final, arrasados por ese tremendo final, las lágrimas se tornan en cerrada ovación. Vivir duele, amar duele, intentar ser normal duele, pero en ese dolor también hay luz.

Todo ese desparrame de emoción absoluta no sería posible sin la impecable partitura de Casi Normales y sin la química que desprenden los seis actores y actrices que se ponen en el papel de esta familia. Encabeza el cartel Nina, en el papel de Diana. Nina, con una más que sobrada experiencia y recorrido en el teatro musical, nos lleva aquí a una interpretación que parece hecha a medida para ella, para su manera de moverse, de mirar y sobretodo de cantar. No se le pueden quitar los ojos de encima, su última escena conmueve al entero teatro. Nando González como Dan está impecable, él es quien intenta mantener a flote la familia. Su presencia en escena es perfecta. Guido Balzaretti derrocha magia en la interpretación de Gabriel, el hijo de la familia. Su interpretación del tema “Soy real” consigue la merecidísima ovación, y su presencia cautiva. Jana Gómez como Natalie, la hija, es un descubrimiento de otra galaxia. Menuda barbaridad lo que hace Jana en escena. Fabio Arrante, como Henry, el noviete de Natalie es un despilfarro de naturalidad y química, se lleva el papel de calle. Roger Berruezo como Dr. Madden está impecable, tanto en el tono cómico como en el papel más dramático. Silvia Luchetti se alterna con Nina como Diana, no la he podido ver en ese papel, pero a juzgar como están todos de entregados, seguro que no se queda atrás.

Apoyados por una sencilla escenografía, un andamiaje que recrea la casa familiar. La banda situada en lo alto de la estructura, suena potente, las canciones se entienden, el nivel es el justo. Todo funciona al dedillo en esta producción. Hay mucha honradez en el trabajo expuesto, mucha nobleza, mucho mimo. La esencia del musical está en todos los poros del escenario y de los intérpretes. Sin artificios ni explosiones, solo con buena música, una historia redonda y la emoción justa se consigue un espectáculo que gana a medida que los minutos pasan.

Casi Normales es un absoluto regalo a cualquier espectador. Salir del teatro deseando repetir, deseando gritar a los cuatro vientos que ser casi normal es lo normal, que el dolor forma parte de la vida, que ese dolor nos hace fuertes y seguir adelante, que cada uno se enfrenta al dolor de distinta manera y que cada una es válida. No hay una manera “normal” ni perfecta. Háganme caso y no lo dejen escapar.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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