novedades
 SEARCH   
 
 

15.11.2017 Críticas  
Amor, dependencia y poder para una distopía cotidiana

Vuelve La màquina de parlar. Una década después de su paso por la Sala Beckett el mismo equipo creativo y artístico retoma este espectáculo en El Maldà. Una muy feliz oportunidad de disfrutar de un texto que no ha perdido ni un ápice de su capacidad para sorprender y engatusar. Todavía acrecienta su transversal mezcolanza de géneros de un modo tan genuino como lícito.

El texto de Victòria Szpunberg no tiene desperdicio. La màquina de parlar es un regalo envenenado, tanto para los intérpretes como para el público. Una fábula cotidiana, distópica y post-apocalíptica. Los animales serán substituidos por humanos y máquinas (de hablar o de placer). Cuando las relaciones humanas parecen no tener cabida, este fresco catalano-argentino sobre las relaciones de poder, (especialmente a nivel íntimo y personal), el amor y la dependencia, nos ofrece un texto cuyo desarrollo incluye réplicas impagables. La pócima se transforma en amarga cuando la reflexión sobre quién nos ofrece y cubre las necesidades básicas de relación y comunicación modifica el devenir de los personajes y su historia.

El trabajo de los intérpretes es magnífico, especialmente el de una Sandra Monclús pletórica y entregada. Los tres siguen las directrices de Szpunberg y consiguen un ritmo que no conoce pausa ni descanso y que, a la vez, facilita que cada palabra llegue. También su cómo y su porqué. Marc Rosich vuelve a interpretar a Bruno y consigue dar con un tono a medio camino entre el despotismo y con unas gotas caricaturescas que, sorprendentemente, muestran la humanidad del hombre. Jordi Andújar consigue una aproximación física sugerente y cercana al sadomasoquismo de su “gos que dóna plaer” y combina perfectamente su trabajo facial en su parte silente con una enérgica y vigorosa dicción. Y Monclús realiza una verdadera proeza. La actriz transpira humanidad. Divertida a rabiar, intensa, dramática… Todos los registros unidos por una aproximación vocal y lingüística arrolladora y una expresión facial urgente e hipnótica. Las rupturas y cambios de registro sin apenas transición aportan los grandes momentos (cómicos.y dramáticos) de la función. Ojo si su mirada se cruza con la nuestra. Tras ese nivel de profundización difícilmente volveremos a ser los mismos. Un trabajo espectacular.

No suele ser habitual en historias que reflejan un contexto cotidiano que el diseño de sonido esté tan cuidado. Habrá detalles que escucharemos pero no veremos, como por ejemplo el producto televisivo que ve la protagonista y algunos otros detalles. También se sumarán personajes a los que aparecen en escena, gracias a las voces en off (inspirados Íngrid Marín, Roger Muntés y Àngels Simó), perfectamente integradas. Gracias a la verosimilitud del espectro sonoro y la música de Lucas Ariel Vallejos conseguimos amplificar el universo evocado por texto e intérpretes. El desarrollo narrativo y alegórico que propicia esta labor es tan delicada como matizada y hábil.

El vestuario y escenografía han respetado el concepto ideado por Eugenio Szwarcer y Paula Bosch. Las piezas que visten Monclús y Andújar reflejan muy bien esa identidad a medio camino entre el producto prefabricado y la ilusión humana que encarnan cada uno de sus personajes. Amplifican el carácter y trasfondo que el texto y las réplicas aportan para cada uno de un modo a veces sutil y otras más explícito. Siempre adecuado. A nivel de escénico, los objetos de utilería utilizados aportan un tono algo vintage que se adapta a la perfección a las características estéticas de la sala, por ejemplo los mandos remotos. Si nos situamos en un futuro incierto, este contraste nos adentra de lleno en el planteamiento distópico de la pieza. Las entradas y salidas del recinto se integran, una vez más, a las mil maravillas a las necesidades escénicas de la función.

Finalmente, La màquina de parlar nos sitúa en un terreno tan íntimo como particular. La habilidad de Szpunberg para sacar la parte cómica y amable sin rebajar la tensión dramática de la historia y los personajes sigue sorprendiendo y conmoviendo a día de hoy. Un elenco en estado de gracia termina de redondear un espectáculo muy especial cuya resonancia se mantiene y amplifica tanto mientras dura la visita como días y semanas después. Este mantenimiento de la relevancia dramática se mantendrá, muy probablemente, década tras década y nos seguirá sorprendiendo en futuras ocasiones.

Crítica realizada por Fernando Solla

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES