La Seca Espai Brossa se convierte en un espacio oscuro y abstracto de la mano de Hand Made Theatre. La historia de Alicia al otro lado del espejo es un espectáculo multidisciplinar en el que conviven e interactúan la manipulación de marionetas, música en directo, audiovisual y teatro. La fidelidad al espíritu de Lewis Carroll es uno de los aspectos que más sorprende de la propuesta.
Fidelidad que no sumisión. Quizá reflejo, incluso distorsión. No podía ser de otra manera. Incluso la estructura en capítulos de la novela se mantiene cuando pasamos a priorizar una disciplina o la invitamos a interactuar con las demás. Hay una aparente inconexión entre algunos momentos y otros, pero es sólo ilusoria y otra de las pruebas de adecuación hacia el material original. La dramaturgia de Marcela Terra ha seguido la alocada partida de ajedrez que nos proponía Carroll, de ahí los saltos en el argumento y en el comportamiento del personaje, que se comportará de un modo u otro en función de las reglas del juego para cada casilla o cuadrícula.
Esta idea parece haberlo teñido todo, incluso la interpretación de Padi Padilla. Su aproximación física es destacable, siempre al servicio de la disciplina predominante. Así, sabrá dónde colocarse en cada momento y su interacción tanto con sus compañeros manipuladores como con cada uno de los distintos medios es precisa y nada mecánica. La actriz sabe transmitir muy bien esa sensación entre el sueño y la vigilia, así como el desasosiego vital y el tránsito a través de la vida adulta. La confrontación de unos anhelos de infancia y el choque con la realidad.
El diseño de escenografía e iluminación de Consuelo Barrera Jofré acierta en desnudar al máximo el espacio central situando los espacios de trabajo a los laterales, visibles pero sin intervenir en la acción directamente. Esto no le resta ni un ápice de valor artístico sino que lo amplifica, acercándose además a esa necesidad dramática de verlo todo a través de un espejo. El trabajo de Barrera y Laura Galli como manipuladoras no sólo comprende su labor “fuera” de la historia sino que también intervienen dotando de cuerpo a algunos de los personajes. En todos los terrenos, muy acertadas sus aportaciones.
La música de Nathalie Meyer y Gerard Masalias convive con un elocuente uso de la voz en off y, por supuesto, con el espacio sonoro en vivo del último y Xavier Silveira. La combinación del directo con el sonido en postproducción crea un atmósfera muy especial, así como el vídeo de Mariana Yáñez Rojo y Zoe Catsaras con el diseño de las proyecciones, también de Yáñez. Lo más importante es lo alineados que parecen ir todos los integrantes de la compañía, presentes y ausentes en el escenario, ya que nunca tendremos la sensación de asistir a un espectáculo hecho de pedazos y sí una función unitaria y de alta carga alegórica.
La dirección de Terra demuestra poseer una visión de conjunto tan amplia como concreta y transmite esa apariencia de difusión cuando en realidad sabe muy bien por qué camino llevarnos. A través de su trabajo con Padilla, el espectador siempre se sentirá acompañado. Un recorrido extraño y a contracorriente pero que, sin embargo, nunca nos resultará ajeno. La curiosidad narcótica (nunca apática) del sueño vivido en primera persona acaba inundando tanto la escena como la platea y la participación observadora se transforma en empatía y comprensión.
Finalmente, La historia de Alicia al otro lado del espejo consigue que acompañemos a la protagonista y que miremos a través de ese “looking glass” metafórico, tanto a través de lo evocado en escena como de todas las tecnologías y medios implicados en el proceso de creación en vivo.
Crítica realizada por Fernando Solla