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13.09.2017 Críticas  
Fira Tàrrega (IV): Odisea’80 y Dinamita La Sarsuela

Nuestra tercera jornada en Fira Tàrrega 2017 también ha estado fuertemente delimitada por los espectáculos musicales. Propuestas escénicas en las que la música es tanto hilo conductor como base y pilar específico para el desarrollo narrativo. Dos espectáculos que han sabido combinar su condición de teatro callejero con la logística necesaria para su feliz ejecución.

Odisea’80 – De la apoteosis distópica actual a la utopía ochentera

Nacho Vilar Producciones ha presentado una propuesta que combina la nostalgia por una década que parecía redescubrir las libertades que durante tantos años habían sido negadas a la sociedad española con la diversión más desaforada y catártica. Sin buscar razonamientos discursivos o excesivas pinceladas históricas de manual, todo se desarrollará a partir de una selección de canciones que forman parte del imaginario y la memoria colectiva y de la capacidad de unos artistas con una capacidad de convocatoria totalmente incluyente y persuasiva.

Como aparecidos de otro galaxia, los integrantes de la compañía murciana nos sorprenden con su vehículo y sólo necesitan de un poco de humo y una bola de discoteca situada en la antena para atraparnos durante todo el recorrido que realizaremos, conjuntamente, durante aproximadamente una hora. Un radiocassette y algunos altavoces serán los pocos elementos que se utilizarán en el trayecto. El resultado: probablemente uno de los espectáculos más desenfadados y desternillantes que se hayan podido ver en toda la muestra.

Lo más importante es que no se da por echo que lo atractivo del material musical de partida es suficiente para mantener la atención y despertar la nostalgia y la participación del público. La dirección de Sergi Heredia sabe como dotar de carácter y empuje a cada uno de los intérpretes. Su trabajo es espectacular. Capaces de evocar a personajes o escenas míticas de la época para terminar encontrándonos con Naranjito. Se podría decir que la dramaturgia se adapta a la perfección tanto a la naturaleza del teatro de calle itinerante con la adecuación temporal evocada. Las unidades de espacio y tiempo están muy bien trabajadas.

Se sigue indagando en esa ilusión de crear un espectáculo musical sin que los intérpretes canten las canciones. En el caso de esta maravillosa Odisea’80 esto se consigue con un éxito rotundo. Por la semiótica del espectáculo y porque el desarrollo narrativo se expresa y avanza a través de las piezas y de cómo son interpretadas. En este sentido, nos encontramos con un espectáculo ejemplar en el que muchos proyectos de gran formato deberían fijarse. Mención también al vestuario y al uso progresivo que se hace a través de cada cambio, algo termina de favorecer y dotar a la propuesta del ritmo endiablado que mantiene durante todo el recorrido.

Otro pilar fundamental es la coreografía de Jon Mito, realmente brutal. No se trata sólo de incitar al baile, sino que cada movimiento, por improvisado que parezca, está pensado para adecuarse al estilo del cantante original. Momentos estelares que unos enormes María Alarcón, Matías Antón, Jesús Fernández, Salva Riquelme e Irene Verdú encarnan con un desparpajo que no conoce límites. Una ejecución excelente que consigue llegar a emocionarnos a través de la risa, ya que asimilamos en tiempo real un cúmulo de sensaciones desbordante. Esta capacidad sólo está al alcance de los mejores intérpretes, cómicos o no, y aquí los tenemos. Sin duda, Odisea’80 nos ha ofrecido uno de los encuentros más felices de esta Fira Tàrrega 2017.

Dinamita La Sarsuela – Una fórmula cuyo éxito radica en lo popular

Fira Tàrrega 2017 ha propiciado un feliz reencuentro con Le Croupier, que en esta ocasión se sumergen en el universo de la zarzuela de autoría catalana. Dinamita La Sarsuela es un espectáculo que siempre dice más de lo que parece. En algunas ocasiones de manera más explícita y en otras menos, la lectura entre líneas siempre tiene como punto de mira la identidad catalana, definida (y defendida) como debe ser, a través de su lengua y su abanico cultural.

En esta ocasión, Mont Plans dirige y presenta la función. La idea del anterior espectáculo, en el que Le Croupier rescataba el género del cuplé, se sigue desarrollando pero no se copia a sí misma. Se ha ideado una especie de documental ficticio en el que se explica con ironía y sentido del humor cómo la naturaleza de esta nueva función viene como consecuencia de la anterior. La participación de diversos artistas como Xavier Albertí resulta impagable y realmente consiguen trascender la mera anécdota o divertimento.

Todos los integrantes de Le Croupier están alineados con las directrices de la propuesta. Las versiones e interpretación de todas las piezas están muy cuidadas. Las han sabido llevar a su terreno pero manteniendo la esencia de las mismas. Carles Cors, como voz cantante, interpreta con desparpajo más allá de la parte vocal. A su vez, Faló Garcia, Xevi Quiño, Toni Huertas, David Benítez, Josep Picot y Raúl Sánchez ejecutan el repertorio de Enric Morera, Nicolau Manent, Joan Dotras, Càndida Pérez o Enric Daniel con su estilo característica y alejando a las piezas de un manierismo desfasado. Entre todos saben cómo sacarle el polvo (si es que lo tiene) al material de origen. A destacar, de entre todas, la versión de “La Santa Espina”.

Finalmente, la aportación de Oriol Genís como Dora (la vedette con las piernas más bonitas del Paral·lel) es uno de los puntos fuertes del espectáculo. Como es habitual (aunque sin repetir personaje), el actor integra a la perfección las disciplinas de la interpretación, el canto y el transformismo con gran naturalidad. Un espectáculo que naturaliza lo trans sin recurrir al panfleto de una manera encomiable.

Una vez dicho todo esto, hay que destacar a una extraordinaria Aina Sánchez. Una intérprete excepcional que sabe entender que el carácter distendido de Dinamita La Sarsuela no esta reñido con una ejecución vocal magnífica y cautivadora. Adecuada tanto a las piezas que canta como a los arreglos utilizados. Canta e interpreta con una espontaneidad, belleza y picardía realmente hipnóticas. De nuevo, un muy feliz reencuentro, tanto con el contenido como el continente. Y, por supuesto, con los profesionales que lo llevan a cabo.

Crítica realizada por Fernando Solla

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