El pasado 28 de mayo, la Film Symphony Orchestra volvió a Barcelona para interpretar el penúltimo concierto de los 13 que han compuesto su gira La Música de Las Galaxias (el 10 de junio llegará a su final en Madrid). El Auditori fue testigo de dos horas de música compuesta por John Williams para la saga galáctica iniciada por George Lucas hace 40 años.
Constantino Martínez-Orts, vestido con la gabardina-túnica de Neo en Matrix Revolution, dirige con un estilo muy personal pero tremendamente apasionado y efectivo a la FSO. Tanto director como orquesta conocen perfectamente el sinfonismo cinematográfico, ya que lo han convertido en su especialidad, y eso se nota a la hora de ejecutar las piezas, con la prestancia o la delicadeza requerida para cada tema: particularmente las texturas de los violines (encabezados los primeros por el concertino de Sean Lucas y los segundos por Sergio Gómez), pero también el corno inglés de Francisco Castaño –muy importante para los motivos wagnerianos con los que el compositor identificaba a los personajes principales en la trilogía original- sonaron impresionantemente fieles a lo que la Orquesta Sinfónica de Londres desarrolla bajo la dirección original de John Williams cuando graban la banda sonora de las películas. Los metales, especialmente las trompas y trompetas, son siempre uno de los puntos más delicados a la hora de tocar a Williams, y los vibratos a veces juegan a la contra del recuerdo de la audiencia, pero incluso en ese aspecto la FSO consigue una nota casi excelente, con Fran Fuertes y Francisco J. González liderando cada instrumento.
No hay que olvidar precisamente eso, el recuerdo de la audiencia. El Auditori de Barcelona estaba lleno de fans de La guerra de las galaxias, melómanos que tienen grabado a fuego en sus neuronas no sólo los “Títulos Principales” (con los que abrió el concierto) o la “Marcha Imperial” (que llegó con los bises), sino que han jugado centenares de horas de X-Wing y Tie Fighter bajo los acordes de “¡Aquí vienen!” o conocen perfectamente la evolución, de la sutileza a la grandiosidad, del “Tema de la Princesa Leia”. El contexto y la expectativa eran igual de exigentes que los de cualquier reunión de aficionados a Bach o Beethoven en el Palau de la Música. Algo compatible con que las colas para hacerse fotos con los cosplayers imperiales tuvieran las dimensiones de un destructor estelar.
Y la FSO colmó las expectativas. Con una combinación de factores en los que cada detalle iba sumando: desde la espectacular iluminación digna de un concierto de rock, diseñada por Sergio Gracia, y adaptada a cada número (verdes para el “Tema de Yoda”, rojos para los segmentos del “Finale” de El despertar de la Fuerza ligados a Kylo Ren, …), hasta las explicaciones entre números del director, que con una combinación de didactismo y apasionada admiración iba contando los elementos musicológicos a los que cabía prestar particular atención en cada tema: la importancia de ciertos instrumentos (a veces exóticos, y qué mejor ejemplo que “Las aventuras de Jar Jar”), el fraseo sugerente de algunos puntos (como el “Tema de Anakin” de La amenaza fantasma), las influencias de otros autores, cómo Williams ha ido cambiando en 40 años… E incluso también por la festividad con que la orquesta entera celebró “La Banda de la Cantina”, el final de la primera parte del programa, y segundo bis de la noche. El Auditori entero ovacionó varios de los números y se puso en pie para celebrar los broches finales.
Hubo ocasión de oír temas poco interpretados por orquestas, como, “El campo de asteroides”, “El desfile de la bandera” o “Las aventuras de Jar Jar” de La amenaza fantasma, y de escuchar en todo su esplendor temas de amor como “Han Solo y la princesa” y “A través de las estrellas”, cortes marciales como “La marcha de la resistencia” y escenas de acción sinfónica a ritmo endiablado, como “La batalla del bosque” de El retorno del Jedi o el “Scherzo de los Ala-X”. Quizás el “Tema de Rey” y su combinación con “Los pasos del Jedi” se alza, en manos de la FSO, como una de las mejores nuevas composiciones de John Williams.
En total, 20 generosos temas (incluyendo la fanfarria de la Fox de Alfred Newman y un par de créditos finales) y dos bises que dejaron un fenomenal sabor de boca, en un programa al que sólo se le pueden achacar dos ausencias: las del Episodio III y Rogue One (esta última, eso sí, ya no de Williams). Puro afán completista, porque La Música de Las Galaxias es, muy probablemente, el mejor concierto de Star Wars que nunca ha sonado en España. Un calco en lo necesario, con el imprescindible sello propio en absolutamente todo lo demás.
Crítica realizada por Marcos Muñoz