El Maldà recibe en su acogedor espacio un musical de Alícia Serrat y Marc Sambola. Per si no ens tornem a veure convierte la sencillez de su planteamiento en la mejor baza para escenificar unas canciones inspiradísimas que sus dos protagonistas hacen crecer en la corta distancia gracias a la calidez y adecuación de su interpretación.
La base argumental se plantea como un guiño a las comedias de Shakespeare o Marivaux en las que amor, destino, falsas identidades, máscaras y disfraces se convertían en motor de la acción y en motivo principal para los protagonistas. No se trata, ni mucho menos, de analizar detenidamente la obra de estos autores (que ni siquiera fueron contemporáneos). No hace falta. Lo que sí se pretende (y se consigue) es situarnos en una especie de égloga soberana y atemporal para explicar y hacer avanzar la historia de los dos personajes a través de cada canción.
La música de Sambola nos adentra desde el primer momento en este no tiempo amoroso en perfecta comunión con las letras y texto de Serrat. Más que recorrer a lugares comunes, lo que se realiza aquí es una representación notable de los roles prototípicos del relato que se quiere explicar. Tanto la dirección general como la musical saben cómo evocar un estado de ánimo relajado y complaciente, propiciando la convivencia entre las formas clásicas y el registro contemporáneo. Algo que han mantenido en la dirección de intérpretes, y que éstos han asimilado perfectamente.
Anna Lagares y Edgar Martínez nos conquistan inmediatamente. Se complementan la mar de bien y se escuchan el uno al otro. La espontaneidad y comicidad que desprenden resulta indispensable para el éxito de la propuesta. Sus personajes serán todo lo predecibles que se quiera (así debe ser para que el juego funcione) pero asistimos al viaje que realizan con la misma atención, ilusión, delicadeza, sensibilidad y comicidad con la que ellos visten su trabajo. Su valía se extiende más allá de la interpretación de las canciones y ambos sorprenden por la comodidad con la que parecen moverse por el escenario y por la vis cómica con la que dicen el texto y rompen la cuarta pared.
La presencia en escena de Sambola como el poeta “repetido” e interpretando su propia música convive muy felizmente con sus dos compañeros. Participando y propiciando algunos de los momentos más divertidos de la función y guiando de alguna manera el ritmo que los tres aportan al desarrollo de la pieza. Una puesta en escena sencilla, así como el vestuario, que no necesita de más elementos que los indispensables para resultar efectiva y apoyar las transiciones de escena a canción y viceversa.
Por último, algo a agradecer. El desarrollo Per si no ens tornem a veure se puede comprender y alcanza todo su sentido a través de las canciones, detalle indispensable para que un musical se pueda considerar como tal. El cariño y el mimo con el que se ha hilvanado todo es perceptible y se contagia al público. Se ha encontrado el punto de equilibro junto entre energía y serenidad, tanto de texto y música como de las interpretaciones. Canciones que permanecen con nosotros y reproducimos internamente ya desde la primera escucha.
Finalmente, aplaudimos de nuevo el trabajo de todos los implicados en esta propuesta que, sin duda, merece un período de exhibición más amplio y que (esto también se agradece) podemos seguir disfrutando con el CD que se ha editado para la ocasión. A destacar, sin desmerecer el trabajo del resto, la constatación de Anna Lagares como una intérprete muy a tener en cuenta. Por su adecuación vocal y gestual y su comicidad y por cómo llena el escenario, estamos convencidos que escucharemos su nombre muy a menudo. Gracias a ella, a Martínez, Sambola y Serrat el título del espectáculo podría cambiarse y Per si no ens tornem a veure se convertiría en un deseado “Fins quan ens tornem a veure”, algo que esperamos sea muy pronto.
Crítica realizada por Fernando Solla