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08.05.2017 Críticas  
El “manifiesto delirista” de Bertolt Brecht

Bertolt Brecht se instala en el Club Capitol con una versión que compacta la esencia de “La vida de Galileo”. Carme Portaceli adapta el célebre texto en una propuesta dirigida a un público adolescente. Galileu seguirá apelando a la fe y la razón, combinando las palabras del autor con alguna canción de Love of Lesbian.

La pieza original está ambientada en Florencia, en 1609, durante los últimos años de vida del científico italiano. A pesar de que tanto la indumentaria de los personajes como la puesta en escena es contemporánea, se mantienen los lugares y la temporalidad (a modo de acotación sobre una pantalla). La primera novedad es que el personaje de Galileo y el de Andrea (el hijo de su casera) están interpretados por mujeres, en este caso Laura Aubert y Queralt Casasayas respectivamente. Carlos Cuevas y Oriolt Guinart completan el reparto.

La decisión de utilizar canciones de Love of Lesbian para complementar el discurso de Brecht parecía, en principio, interesante. Portaceli no olvida que el teatro brechtiano se centra en cuestiones morales, políticas e históricas, pero que la estética también era primordial. Fondo y forma para mostrar unos ideales. Teatro didáctico. Encontrar la mejor forma para que el mensaje del autor para llegue a todo tipo de público puede convertirse en un reto. Ni que sea por posibilidad de experiencia teatral, a un adolescente no se le presupone gran conocimiento de Brecht, así que acotando al tipo de espectador (sin excluir al resto) el formato parecía no sólo adecuado sino original.

Por otro lado, el libreto se ha acotado a los momentos más destacados e imprescindibles para seguir el argumento y el devenir del protagonista. Tampoco hay problema de base en lo referente a esta decisión, sino fuera por la falta de equilibro existente en la dramaturgia. A la práctica no se interpretarán más que una o dos canciones del grupo. El resto será instrumental. Y sí, dos de los protagonistas interpretarán la música en algunos momentos, pero estas ocasiones pararán la acción, nunca se integrará con el texto de Brecht. Por otro lado, el tono de la versión del texto es en su mayoría atemporal, estándar, en algunos momentos. En otros, la caricatura del poder dominante, roza la parodia. Todo va sucediendo pero sin unidad ni progresión. Esto puede llegar a confundir en más de un momento, ya que la intriga de la trama se sigue porque se dice, no porque la veamos en escena.

La escenografía es funcional pero efectiva. Sorprende que no se aprovechen más las posibilidades de la pantalla con alguna proyección o dibujo sobre los trabajos y descubrimientos del protagonista. Sucede algo parecido que con la banda sonora. La idea está ahí, pero no se desarrolla. Las letras de Love of Lesbian hacen referencia a planetas y galaxias. ¿Sería muy evidente esperar escucharlas mientras Galileu mira y descubre a través de su telescopio a la vez que estos hallazgos se plasman de alguna manera sobre la pantalla? Quizá sí, pero creo firmemente que está comunión entre espacio escénico y sonoro mejoraría considerablemente el resultado final.

En lo que sí que triunfa Portaceli es en la dirección de actores, sin duda el gran valor de la función. Tanto Cuevas como Guinart se desdoblan en varios papeles, encontrando siempre el matiz adecuado. Casasayas también acomete distintos personajes, aunque el peso recae en Andrea. Muy buen trabajo físico y en la dicción del texto. Laura Aubert realiza una labor excepcional y se convierte en el alma de Galileu. Con ella (él) viviremos su pasión por el razonamiento, pero también sus frustraciones. Todas sus intervenciones son destacables. El monólogo final es sublime. Todas las palabras tomarán sentido y su mirada y su rostro aportarán todavía más significado. La actriz se convertirá aquí en abanderada del teatro épico y dialéctico de Brecht, convocando tanto a la razón como a la emoción en su parlamento.

Finalmente, y a pesar de las irregularidades ya comentadas, la propuesta merece la visita. El material de base sigue manteniendo intacta y vigente su denuncia y Portaceli la transmite. La coreografía de Ferran Carvajal está muy bien introducida y, como hemos dicho, las interpretaciones son de alto nivel. Nos gustaría ver cómo montaría Portaceli la versión íntegra de “La vida de Galieo”, porque hay muy buenas ideas aquí.

Crítica realizada por Fernando Solla

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