El Teatre Condal acoge uno de los dos montajes que Focus sube a las tablas para conmemorar el 25º aniversario de la compañía T de Teatre. En esta ocasión volvemos a Homes, un título que ya en 1994 se convirtió en uno de espectáculos más emblemáticos del grupo. Con música de Marc Parrot, este particular reedición se convierte en una especie de cabaret contemporáneo.
Partamos de la base (no) musical del espectáculo. Homes sigue siendo una función compuesta por distintos sketches. En ellos, las cinco actrices interpretan distintos personajes, cuando no se dirigen al público con sus propios nombres. En principio no tiene mucho sentido, pues, el término musical aplicado a este formato. Canciones puede haber las que se quiera (y las hay), pero nunca servirán para desarrollar un argumento que no existirá fuera de cada fragmento individual. Lo que sí que existe en este espectáculo es la combinación de episodios hablados con otros cantados.
La dirección de Carol López se nota en el sentido de que tanto el trabajo con las actrices como el tono del espectáculo es perfectamente asociable al de sus anteriores propuestas. El estilo directo que la caracteriza se mantiene aquí, aunque la espontaneidad de la aproximación no siempre se muestra acorde con unos textos algo impostados fuera del terreno de la caricatura. A día de hoy, que sean mujeres las que interpreten a hombres no es algo que por sí solo se convierta en sorpresa o transgresión. Ni siquiera que se trate de mostrar que el machismo no es arma únicamente masculina. La autoría compartida de López y Sergi Belbel sí que acierta en el orden en el que se muestran los distintos fragmentos, ya que el ritmo y el nivel irá in crescendo.
También nos encontramos con cinco intérpretes que no se dejan encorsetar y demuestran que son no sólo grandes profesionales, sino actrices con un estilo propio que no dan por hecho que su presencia o experiencia es suficiente para levantar un espectáculo. Todas trabajan muy bien el texto y lo hacen suyo en función del personaje que interpretan. Destaca la naturalidad con la que rompen la cuarta pared y su capacidad para llenar un espacio escénico tan grande como el del Condal. Defienden las canciones anteponiendo que llegue el texto antes que el lucimiento vocal gratuito y ejecutan la coreografía de Vero Cendoya con la misma espontaneidad con la que se enfrentan al texto, completamente integrada en su interpretación.
Lo más destacable de la puesta en escena es, sin duda, la escenografía de de José Novoa y la iluminación de Mingo Albir. Resulta una acierto no llenar el escenario de objetos que vayan cambiando en función del fragmento. Con escasos (pero efectivos) elementos se consigue sofisticación y cierta espectacularidad y que lo que se sucede en el escenario sea tan atractivo como para mantener la mirada fija durante toda la representación, adecuándose de nuevo al formato del escenario y dotando de ritmo a las transiciones. El vestuario, también de Novoa, y la caracterización de Kim Gray y Toni Santos facilitan y contextualizan el trabajo de las actrices. Hay que destacar el espacio sonoro de Tomàs Pérez, que permite tanto el texto hablado como cantado llegue igual de limpio y comprensible, algo que cuando la música no es en directo, no siempre sucede.
Hay algunos factores que no juegan del todo a favor del espectáculo. El primero es que el recuerdo de “T’estimo, ets perfecte, ja et canviaré” es todavía demasiado cercano y el formato es muy similar y está un poco saturado. No hay sorpresa y, aunque el acercamiento de las actrices es muy distinto, la parte musical queda algo empañada por su recuerdo. Por otro lado, se agradece que las composiciones musicales se hayan creado especialmente para este montaje pero, de nuevo, no terminan de hilvanar la propuesta a través de las mismas. Seguramente, no sería la intención. Y cierto es que Marc Parrot ha sabido combinar distintos sonidos y estilos musicales (tango, disco, rap…). A pesar de todo, las canciones funcionan bien como parodia, antes que como números musicales con entidad propia.
Finalmente, Homes resulta un espectáculo que apela más a la diversión inmediata que a la reflexión que se presupone al texto original. Una propuesta muy bien vestida e interpretada, que en algún momento parece confundirse entre el material de base y un formato que no siempre es el más adecuado, aunque no exenta de buenos momentos.
Crítica realizada por Fernando Solla