El Off Villarroel recupera el espectáculo que sirve de presentación para la compañía Espai Dual y la sorpresa no podía ser más cautivadora. Un show, en el mejor sentido de la palabra, en el que tienen cabida teatro, música y circo. Tres disciplinas para tres intérpretes excepcionales que canalizan su virtuosismo con la única finalidad de hacer disfrutar al público.
La unión de los tres provoca el delirio y la entrega de unos asistentes que participan del espectáculo entre sorprendidos y agradecidos. La carcajada siempre se generará a través de las percepción y la certeza de estar contemplando algo único. Desde el primer momento se incluirá a los espectadores en la propuesta, acompañándolos siempre a través de cada gesto y sonido. De este modo, se asegura que la implicación sea activa y la recepción del gag se perciba y se asimile a tiempo. Este era el reto para el éxito del espectáculo y, la verdad, es que se ha conseguido. Y con nota.
A nivel dramático resulta muy interesante ver que, a pesar de no utilizar ningún texto como base, cada uno de los tres intérpretes creará a un personaje, cimentándolo a partir de una disciplina artística, si bien todos parecen dominarlas todas. Esto es muy importante. Del mismo modo que no hay un sólo tipo de clown, habrá un desarrollo narrativo, que a través del teatro gestual utilizará recursos como el flashback. así como distintas figuras retóricas que consiguen que el espectáculo no sea un cúmulo de sketches aislados. La sinécdoque y la sinéresis, así como la analogía, la anáfora y, por supuesto, la elipsis. El trabajo aquí es realmente impresionante. Y el ritmo endiablado.
Tres personajes mudos que interactúan también entre sí. En el caso de Oriol Pla, la habilidad física parece hermanarse con su maestría de cualquier técnica posible hasta conseguir que no se vean las costuras de los trucos por ningún lado y que dejemos de preguntarnos cómo lo hace y nos lo creamos. Sin más. Hay que mirarlo a los ojos para comprender que hay todo un mundo ahí, siempre puesto al servicio del espectáculo. Si Chaplin levantara la cabeza se sentiría muy honrado. Pura magia. Lo mismo sucede con Blai Juanet capaz de unir equilibrismo y música como si nada. Increíble su conexión con el público. Marc Sastre consigue que su interpretación musical lo convierta en un particular director de orquesta que conecta los distintos números apoyando a la unidad narrativa del conjunto. Es bastante absurdo, por parte de un servidor, destacar qué hace mejor uno u otro intérprete, porque lo importante es el compromiso de los tres con el resultado final. Sí que resulta obligatorio detenerse y destacarlos uno a uno, porque su trabajo es excepcional.
El valor añadido de Be God Is es sin duda, el alejamiento del texto. De este modo, los tres intérpretes rompen con el convencionalismo categórico que reduce el teatro a los espectáculos tradicionales. A veces, parece que cuando una función se aleja del texto tiene que justificar de alguna manera su existencia dentro de un espacio (o género) determinado. Con este show comprobamos que no, que no hay que preguntar ni etiquetar para disfrutarlo desde el primer momento. Y que sí, que sí que es válida y necesaria su programación regular en nuestra cartelera.
Finalmente, no queda más que recomendar fervientemente la asistencia a Be God Is. Tres nombres propios (Blai Juanet, Oriol Pla y Marc Sastre) que se fusionan en uno solo, Espai Dual. Estamos convencidos de que, formando compañía o por separado, nuestro futuro como espectadores irá estrechamente ligado a la carrera profesional de estos tres artistas. Es muy reconfortante comprobar cómo (por fin) el término “entretenimiento” no se utiliza para relegar a un espectáculo a un segundo nivel, como negando la trascendencia de su contenido. Aquí, tanto contenido como continente se manifiestan en su máxima expresión. Un espectáculo que podría titularse “As Good As It Gets”, ya que, definitivamente, mejor… imposible.
Crítica realizada por Fernando Solla
