La Farga de l’Hospitalet recibe esta noche dos grandes del pop-rock español, por un lado Elefantes, con más de 10 años de carrera musical y por otro Leiva, ex componente de Pereza, que presenta su último trabajo en solitario.
‘Nueve canciones de amor y una de esperanza’ es toda una declaración de intenciones y también el título del trabajo que Elefantes presentaban en La Farga de l’Hospitalet. Son los primeros en salir al escenario y lo hacen de una manera diferente a la que nos han acostumbrado durante la gira de presentación de su último disco, que ya dura más de un año. Con un Shuarma sonriente al piano, suenan los primeros acordes de ‘Hoy’; la canción de esperanza de la que habla el título del disco.
Elefantes tienen una larga experiencia sobre los escenarios (con permiso de los 6 largos años durante los que estuvieron separados), y eso se nota en el directo. Un grupo cohesionado, que le canta al amor, a la esperanza y al optimismo con un Shuarma, cuya presencia lo llena todo. Tras muchos conciertos de cantarle al amor, parece que Elefantes se han quedado con su mejor setlist: ese que se pasea por todos sus discos sin explotar demasiado ninguno de ellos, desde ‘Azul’, ‘Somos nubes blancas’ o ‘Aún más alto’ hasta ‘Me llega información’.
Si de algo pueden presumir Elefantes, es de contar en sus filas con un frontman como Shuarma, sentimiento puro que le da su broche personal a cualquier movimiento con el que acompañe su interpretación. Y así, estos catalanes se ganan al público, que a duras penas se sabe sus canciones, pero entre los que se ve alguna que otra cara maravillada entre el público, seguramente uno de de los que se emocionaron en aquel concierto de despedida en Razzmatazz hará ya más de 10 años cuando se despidieron de los escenarios; o se emocionarían también en su concierto de vuelta hace 3 años en Luz de Gas.
Y aquí vuelven a estar para deleite de los más veteranos y de las nuevas generaciones que les han descubierto cantando una de Perales con Love of Lesbian y Sidonie. Elefantes dejan al público venido arriba después de haber bailado ‘Piedad’ dejando lejos el concepto de teloneros para ofrecer un concierto que difícilmente podrá superar Leiva.
Unos minutos más tarde aparece Leiva en el escenario al ritmo de ‘El último incendio’. El ex componente de Pereza presenta su último y tercer trabajo en solitario: ‘Guerra Mundial’, aún a la sombra del dueto que lo catapultó al estrellato. Con algún que otro medley en el que incluye canciones de aquel grupo que les cantaba a los ‘Superyonkies’, Leiva se distancia de aquel sonido más gamberro añadiéndoles arreglos de trompetas a absolutamente todo.
Si de algo puede presumir el madrileño es de tener al público en el bolsillo desde el minuto 1, gracias a sus letras íntimas, con las que uno se puede sentir identificado en cualquier momento, todo ello sumado a unas melodías que contienen la fórmula que lo han llevado al éxito. La fórmula secreta que encuentra el equilibrio entre el rock comercial justo y necesario para sonar en las principales emisoras del país pero no demasiado como para sonar ñoño. Leiva mantiene el equilibrio entre dos percusionistas, dos trompetas y mucha guitarra para recordar una y otra vez la esencia del rock del que viene.
Probablemente Leiva y sus últimos tres trabajos encarnan lo que hubiera sido la evolución lógica de Pereza: hacia unas letras más maduras, un amor más realista y una mirada hacia adentro. Pero dejemos de recordar a Pereza, Leiva ya está lejos de todo aquello (aunque el público no lo parezca), y ofrece sobre el escenario una actuación compacta, con un buen sonido y un equipo de músicos de los que demuestran constantemente lo mucho que disfrutan lo que hacen.
Todos ellos despiertan el cariño entre el público una y otra vez entre guiños y bromas internas. Ambos nos hacen a todos partícipes de una noche en la que dos pesos pesados del panorama de la música española actual se han encontrado para ofrecer dos conciertos llenos de canciones que les cantan al amor, al optimismo y a la vida en general.
Crónica realizada por Bea Garrido