Non Solum se presenta en el Teatre Poliorama por obra y gracia de Jorge Picó y Sergi López, que vuelve a las tablas tras varios años de exilio, auto-impuesto, en el mundo del cine. Alejado de los papeles dramáticos, profundos y de marcada escuela Stanislavki del pasado, tiende la mano a la pantomima y al humor hasta fundirse con ellas en un generoso, fresco y excitante abrazo.
Como bien dicen los propios creadores “Non Solum es una obra difícil de explicar pero fácil de entender” donde en una casa se encuentran una serie de individuos que, pese a sus disimulos y excusas poco convincentes, van en busca de la mujer que vive en el inmueble; un vecino, un lampista (oficio muy catalán que para economizar, en todos los sentidos, engloba a la figura que ejerce tanto de fontanero como de electricista); un hombre del catastro; y “alguien”. Esa última “persona”, ese “alguien”, es quien advierte de que todos son iguales. A partir de ahí un sinfín de apariciones estelares de diferentes y variopintos personajes que alcanzan cifras exorbitantes y que pese a estar encarnados por un solo actor (y del calibre de quien nos compete) transmiten una sensación de ser reales y saturar el espacio escenográfico.
Cuando todos los personajes, que son iguales físicamente pero pretenden mostrarse diferentes, unos homosexuales, otros negros o mujeres (porqué se sienten así), otros amantes del all-i-oli (creando un genial debate en el cual se argumenta que en ese caso no es un elemento diferencial ya que dicho manjar es del gusto de todo el mundo), intentan buscar sus diferencias reales comienzan a hacerse preguntas y a dudar de todo. La duda es un tema recurrente en la obra, desde el principio se duda de qué hace realmente cada uno de ellos en la casa diga lo que diga su interlocutor. En ese momento la metafísica entra en escena y se va del “¿qué haces aquí?” hasta el “¿de dónde venimos, quienes somos y, sobretodo, donde “cojones” estamos?”. Lo que venía de ser un encuentro “casual” en una casa deriva en… en muchas cosas y en ninguna, el todo o la nada más absoluta, en cualquier cosa que nos pueda pasar por la cabeza tanto a nosotros como a los múltiples personajes o a las múltiples personalidades de un solo personaje; porqué esa gran duda, el si son muchos unos y un “muchos”, alguien con Trastorno de Identidad Disociativa, ni se desvela ni importa. No hay que esperar un giro final, ni lo hay ni hace falta.
Los personajes siguen divagando sobre su lugar en el cosmos, con una interrupción descacharrante donde uno de ellos explica una vívida cópula utilizando palabras fuera del diccionario sexual habitual, hasta que el más vergonzoso y retraído de ellos rompe la cuarta pared, descubre al público, se ve como ellos y pasa de estar avergonzado a ser acusador, agresivo y malhablado para con un conocido político que se encuentra entre los integrantes de la platea. Genial.
No sé si vale la pena o es necesario hacer dobles lecturas de Non Solum, pero hay una gran diferencia de actitud en los personajes cuando se ven iguales entre ellos y pretenden diferenciarse (dudan de todo, por lo tanto son más existencialistas y buscan el sentido de la vida) a cuando uno de ellos se ve como el público (pertenece a una turba y es deslenguado y soez). Tanto si hay intención como si no la hay por parte de los autores del libreto, no tengo más que hacer que ponerme en pie, aplaudir y reír a mandíbula batiente.
Sergi López, solo y a la vez acompañado de una marabunta de personajes, dialoga y adopta sus personalidades como si de ellos mismos se tratara, sin caer en el recurso fácil de cambiar el registro o tono de voz o gesticular demasiado amaneradamente, hasta convertirse prácticamente en ellos y facilitarnos saber quién es quién en cada momento. Ellos pretenden diferenciarse, nosotros los diferenciamos.
Non Solum no puede considerarse un monólogo de humor a caballo de los muchos que se pueden disfrutar en los teatros barceloneses; no, Sergi López no es monologuista Sergi López es actor y él actúa, no cuenta chistes y hace gracietas, él es otra cosa, algo que va más allá del mero humor, no es “frontman” es “intérprete” en todas las acepciones de la palabra. Un actor superlativo, con una dicción maravillosa y una capacidad para la pantomima que debería explotar más a menudo porqué como decía Chaplin: “es más difícil hacer reír que hacer llorar”. Su manera de afrontar la obra, es osada, es valiente, es desvergonzada y es, sin lugar a dudas, muy satisfactoria.
En la larga ronda de aplausos se dirigió al público para decirles que a quiénes no les gustara la obra no fuera a ver “30/40 Livingstone”, que presenta en unos días. Yo, con que valga la mitad que esta, iría de cabeza.
Non Solum es Sergi López y ojalá no tuviéramos solo uno.
Crítica realizada por Manel Sánchez