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27.12.2016 Críticas  
Lucrecia se convierte en UNA BRUIXA A BARCELONA

En 2004, la cantante Lucrecia se estrenó como escritora con su libro Besitos de chocolate (Cuentos de mi infancia). 12 años después, esa antología de relatos se ha convertido en una de las bases del espectáculo musical infantil UNA BRUIXA A BARCELONA, que aterriza estas Navidades en el Teatro Victoria de Barcelona bajo dirección de Edu Pericas.

Lucrecia es a ratos protagonista y otras narradora de una historia que le ocurrió de pequeña, cuando descubrió sus poderes mágicos de bruja, su vida se puso del revés con la llegada de una hermana pequeña a la familia, y en consecuencia ella puso la ciudad condal igualmente patas arriba por la combinación de sus celos y sus hechizos.

Sobre el escenario acompañan a Lucrecia el actor Jofre Borràs, que mueve y pone voz al dragón del Parque Güell, el único amigo de la bruja, así como Tamara Ndong y Judith Endje, que encarnan a la Lucrecia adolescente (en muchas de las escenas, la Lucrecia adulta interpreta a su propia madre en sus narraciones). Hay pequeños trucos de magia escénica (diseñados por el Mag Lari) que encantarán y asombrarán a los niños y no tan niños, y sencillas pero muy efectivas animaciones de la ciudad ilustradas por Philip Stanton y a las que da vida Daniel Escalé.

El gran interés artístico de la obra, sin embargo, son las canciones de Lucrecia, que interpreta ella en directo. Algunas propias como “Besitos de chocolate” o “El tumbao de Antón”, y otras prestadas el “Contigo aprendí” de Armando Manzanero, la versión latina de “I will survive” (a dúo junto a Celia Cruz, la voz de ésta, sí, pre-grabada), o un cover en castellano de “Don’t worry, be happy”, de Bobby McFerrin. Además del final de fiesta que pone a la platea en pie, el éxito de Lucrecia de 2002 “Mi gente”.

El resto de elementos, a ratos se antojan un poco tenues en conjunto, aunque cuando falla alguno (la trama, por ejemplo) suele suplirlo otro (como las animaciones) que le toma el relevo. Si el argumento de la obra y la escasez de personajes puede afectar en algunos momentos al conjunto de la experiencia, la voz y la interpretación de la protagonista elevan el nivel general de la función. Lucrecia arropa, construye y completa cualquier carencia que pueda tener el espectáculo, su voz es potente y su carisma en escena, incontestable.

La historia de la bruja atraerá por tanto más a los pequeños, mientras que las canciones de Lucrecia encantarán ante todo a sus padres. Sin que sea esto tampoco una línea constante (hay canciones más pensadas para los niños y aspectos de la trama dirigidos a los mayores), lo que ayuda a que al acabar la velada teatral salgamos todos con la idea de haber visto un espectáculo ligero pero bien presentado y sobre todo muy bien cantado.

El tumbao y el hechizo de Lucrecia ofrecen muchas posibilidades para desarrollarse en nuevas aventuras teatrales.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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