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09.12.2016 Críticas  
Un homenaje al Paralel

Uno de los clásicos de la mítica compañía Dagoll Dagom vuelve a la vida estos días en el Almeria Teatre de Barcelona para recuperar el espíritu de cabaret que formó parte durante muchos años de la ciudad condal.

Cuando uno atraviesa el Paralel de Barcelona ve lo típico que vería en una metrópolis cualquiera: grandes bloques grises donde se agolpan las viviendas, establecimientos de comida rápida que se alternan con las pequeñas tiendas de paquistaníes, el incansable e insoportable tráfico… poco queda del legado cultural y festivo de esta calle, salvo las grandes salas de teatro y las discotecas que sobrevivieron al embate del cambio urbanístico.

Curiosamente, en una parte muy lejana al Paralelo (el Almeria Teatre, en los límites del barrio de Gracia) se revive ese legado: FLOR DE NIT nos cuenta una historia al más puro estilo Moulin Rouge con claros tintes catalanes donde se mezclan mitos universales, como el de la bella inocente convertida en bailarina, con los matices de la revolución industrial, social y política de la Barcelona de principios de siglo.

Rosa (Ariadna Suñé), la simbólica protagonista de este musical, se ve envuelta en este torbellino de sensaciones e ideas que es la Barcelona nocturna al aceptar un trabajo como “cantante” en el famoso sala-cabaret Flor de Nit del Paralel. En medio de este desconocido mundo de claroscuros, de corazones e ideologías ardientes, se verá atrapada en un triángulo amoroso, donde tendrá que decidir entre Quimet (Lluís Canet), un anarquista que vive con grandes ideales pero cuya fortuna no le acompaña, y Reynals (Lluís Parera) el bohemio de clase alta, cuya vida está solucionada y que encuentra en la noche los placeres que su estatus le puede permitir. La turbulenta vida de la actriz representa también la convulsa y agitada transformación que sufriría la ciudad, de vanguardia de la cultura a la hecatombe de la Guerra Civil.

Las canciones, los diálogos y la puesta en escena en general están bien elaborados, pero uno se va de la obra templado, como si la picaresca erótica del cabaret y el hervor violento del mensaje político tras la obra no terminasen de hacer arder al espectador. Eso no quita que entre los personajes hayan actuaciones deslumbrantes: entre las aportaciones más destacables se encuentran el vozarrón y carácter del personaje de Mimí (Gracia Fernández). Aunque molesta un poco ver otra vez el arquetipo de xarnego burro y zafio pero que está enamorado de Cataluña, el humor y el poderío de su voz sirven de hermoso contrapunto para los claroscuros de FLOR DE NIT. Por otro lado, también se destacan los personajes de Gran Thonet (Marc Pujol), propietario del local homónimo a la obra y batuta de facto del musical, así como la destreza incansable de los músicos, la otra naranja de este espectáculo.

La obra intenta describir lo que había más allá del escenario artístico y de los cabarets del Paralelo. Son muchas las canciones del musical que hablan sobre hipocresía de la sociedad catalana del momento y de la doble-moral presente en todas las personas, sin importar su espectro político. No obstante, en lo que se refiere al “núcleo” de la obra, se podría decir que termina siendo un ejemplo más del modelo de tragicomedia amorosa ambientado en dichos escenarios. FLOR DE NIT es una obra clave para los entusiastas de esta temática y tiene un valioso mensaje implícito en ella, pero sigue siendo un plato algo duro de mascar.

Crítica realizada por Rubén Recio

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