ART de Yasmine Reza, es considerada la obra contemporánea por antonomasia, no obstante se ha representado en 35 idiomas y por actores de diferente talento y bagaje.
Sergi, Marc e Iván son tres amigos, de talantes diametralmente opuestos y con una relación de amistad, a lo largo de los años, difícilmente comprensible dadas las diferencias que se nos muestran. Lo que les unía eran las risas que compartían en un lejano pasado transmutado en la actualidad en un estado de sequedad, ranciedad y sosería que al contrario de construir puentes los dinamita desde sus cimientos.
El arranque de una trama embotada de reproches, discusiones, despechos e indecisiones viene por la fútil compra, por parte de Sergi, de un cuadro blanco, con líneas blancas transversales, por el “módico” precio de 200.000 Euros.
Sergi expone que solo los iniciados pueden entender la complejidad y el valor del arte; Marc que es una locura comprar “tamaña mierda de ese calibre” y más por tan exorbitada cifra; e Iván que no le importa lo que cueste si hace feliz a su amigo.
La lucha entre ambos bandos, el de la creatividad y el empirismo, el del arte y la ciencia, por arrastrar al tercer cateto de ese extraño triángulo, más escaleno que equilátero, llamado amistad es la que se desarrolla durante toda la obra; convencer a Iván de que uno tiene razón y el otro vive en un estado de ignorancia total, que sienta la llamada de las líneas y los colores o solo vea un cuadro blanco sin más. Pese a que Iván vive en la duda permanente, en el miedo a hacer daño a un ser querido y en el contentar a todos, dibuja un gran retrato de la situación en la mejor frase de la obra: «Si yo soy yo porque soy yo, y tú eres tú porque eres tú, yo soy yo y tú eres tú. Si, por el contrario, yo soy yo porque tú eres tú, y tú eres tú porque yo soy yo, entonces ni yo soy yo ni tú eres tú».
ART está recubierta de disquisiciones sobre el valor de propio arte, algo que no se puede calcular realmente y que, como sucede en el mundo del futbol por poner un ejemplo, todo vale lo que se quiera pagar por él pese a la incomprensión del resto de la manada. Una vez se arranca la cubierta sucede lo mismo que al abrir un Ferrero Rocher, no es oro lo que hay debajo, por muy dorado que sea el envoltorio es solo chocolate. Cuando desaparece el envoltorio de ART lo que vislumbramos, más allá de líneas blancas, verdes o rojas, más allá de las señales que lanza el mismo lienzo o de los sentimientos que pueda remover en nuestro interior, es el valor de la amistad.
El detonante del drama es la opinión personal de algo eterno como el arte pero el subtexto es la exposición de algo tan efímero como la amistad. Porqué el hilo que une a las personas es tan fino y delicado como el que permite que el cuadro cuelgue de la alcayata clavada firmemente en la pared. La amistad se basa en lugares comunes, en cosas que unen a las personas y las hace, indirectamente, depender las unas de las otras pero algo que también une, y mucho, a los seres humanos es la mentira. La amistad de los tres protagonistas está basada en el recuerdo de alegrías pasadas y de mentiras presentes. La mentira o la omisión de decir lo que realmente se piensa, el callarse cosas que le puedan hacer daño, es básico para no romper una relación y la relación en ART estalla una vez se dice la verdad. A partir de ese instante, de ese pequeño comentario que se hincha cual globo aerostático, se pone en duda todo, absolutamente todo, hasta lo vivido cuando eran felices. ¿Cuál es la solución para una relación rota? Otra mentira. Una mentira para unir a los tres protagonistas.
ART no es una comedia al uso, no es excesivamente divertida, demasiado europeísta e incluso podría decir que a ratos sosa, con gente discutiendo y definiéndose a si misma no tanto por su comportamiento como por las descripciones de ellos que hacen los demás personajes. Lo que sí es, es un caramelo para los actores, sea cual sea el papel que representen, y hay que reconocer que los tres están acertados, alzándose a los cielos un Pere Arquillué, con su hermosa tesitura de voz venida del fondo de una caverna, que, a ratos excesivamente efusivo a ratos excesivamente introspectivo, demuestra un talento portentoso y digno de ver.
ART es tanto para los que comprenden como para los que no comprenden el arte, pero sobretodo es para los que entienden el valor real de la amistad, ese valor que pese a estar sustentado en mentiras, piadosas, no se puede calcular de modo racional.
Crítica realizada por Manel Sánchez