Tres parejas necesitadas de terapia matrimonial se encuentran, un viernes por la noche, en una sala de la que no deberán salir hasta que sean capaces de resolver sus problemas maritales.
El argentino Daniel Veronese dirige la obra su paisano Matías del Federico, es bien sabido el “gusto” de los rioplatenses por las terapias psicológicas, que se presenta actualmente en el Teatre Borràs.
SOTA TERÀPIA nos muestra en clave humorística los diferentes tipos de parejas y las aristas que podemos encontrar en cada una de ellas. Los que aún viven el enamoramiento inicial, los que llevan 20 años casados o los que tienen una relación sosa y anodina. Las aristas pueden ser, y son, mucho más afiladas de lo que parece en primera instancia. Todos, sin excepción, guardan secretos inconfesables y los terminan por escupirlos sin filtro y de un modo irrefrenable antes de que implosionen en su interior.
Los seis personajes hacen terapia por separado con Antonia, su psicóloga particular. Pero ésta (a lo que no vemos en ningún momento de la representación) ha ideado un plan tan brillante como maquiavélico en el que todos y cada uno de ellos ha de ser capaz de sacar a relucir sus demonios, frustraciones, penas, sueños y deseos. La solución llega hablando de ellos con gente extraña gracias a un juego cuyas instrucciones se guardan en sobres numerados que deben abrirse en un orden determinado por la invisible psicóloga.
El elenco al completo de SOTA TERÀPIA está en estado de gracia: la madrileña Cristina Plazas, con un maravilloso acento valenciano, en su papel de mujer de carácter y esposa “castradora”; Miquel Sitjar (tercera obra suya que veo en el 2016 y cada vez me parece mejor actor) como el esposo que se queja de no tener sexo y de que nunca hace nada bien y para quién Matías del Federico guarda las mejores réplicas; Francesc Ferrer es Tevy que como Obélix de pequeño cayó en una marmita, en su caso de Bupropion, y vive en un estado de excitación y desinhibición extrema; Marina Gatell, su novia, le va a la zaga y le encanta su manera de ser aunque tras tres años en pareja no quiera vivir con él; Francesc Ferrer es l’Esteve, un marido machista, posesivo y que nunca está en casa; para terminar Meritxell Huertas interpreta interpreta a una mujer triste y apocada siendo el único personaje que evoluciona a lo largo la obra (por algo será).
Todo puede sonar muy duro pero no hay que olvidar que, como la vida, SOTA TERÀPIA es una comedia con un trasfondo dramático pero al fin y al cabo un comedia. Y como comedia es excelente. Sus diálogos son ágiles y las réplicas mordaces aunque el poso que quede al final sea amargo. Ahí está el truco que se nos ha estado escondiendo durante más de una hora, la obra no es más que una excusa. No quiero incidir mucho más en el tema por temor a destripar el giro argumental que hace “carente” de sentido todo lo anteriormente visto, pero como en toda obra artística si el espectador descubre el giro antes de hora, como fue mi caso, todo se resquebraja.
Recapitulemos: el título de la crítica, varios personajes en una sala u oficina que no pueden salir hasta que terminen un “juego” planeado por alguien de antemano, secretos inconfesables, pruebas a superar… ¿Os suena?
SOTA TERÀPIA, como he dicho, no es más que una excusa, sí pero una excusa divertidísima. Que ya es decir.
Crítica realizada por Manel Sánchez