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05.10.2016 Críticas  
Por fin te han comprendido, amigo Shakespeare

¡Atención! La Villarroel es testigo de un acontecimiento teatral de envergadura. La adaptación de OTHELO, dirigida por Gabriel Chame Buendía, realiza temporada en la ciudad condal. Versión libre y quizá por ese motivo fiel al espíritu original. Los polos opuestos se atraen y donde hubo tragedia ahora residen lo hilarante y lo absurdo de los celos y la envidia de los protagonistas.

Cuatro actores especialistas en teatro físico y clown que dominan a la perfección la enunciación de la unidad y el ritmo del verso serán los cómplices de excepción de la propuesta de Chamé. El trabajo conjunto de los cinco consigue un éxito sin precedentes en la profundización de las motivaciones de los personajes a través del gag cómico. La tensión dramática se mantiene intacta, incluso el lirismo del original.

La escenografía e iluminación de Jorge Pastorino conviven con la fotografía de Gianni Mestichelli y el diseño gráfico del propio Matias Bassi, que también encarna al personaje titular. El espacio, prácticamente vacío, permitirá que la fisicidad de los intérpretes cope todo el protagonismo, así como su integración y uso de los objetos que conforman la utilería. Nada es fijo y todos los elementos se aprovechan como lo haría un clown clásico. La exageración y abstracción lo domina todo. El uso de pantallas y de cámaras acrecienta la sensación de estar asistiendo a una performance ya que en ningún momento se verán las costuras de la propuesta. Todo parecerá improvisado, incluso el ya conocido argumento y el desarrollo de la trama. La música de Sebastián Furman potencia el contraste entre la aproximación cómica y el dramatismo del original de una manera sutil y de fuerte carga estética.

El trabajo físico de la compañía es de campeonato. La integración de los objetos que conforman la escenografía en su interpretación es de las mejores y más completas que recordamos por estos lares. A nivel conjunto, todos realizan un trabajo cohesionado y excelente, siempre adecuado a la propuesta de Chamé. En los casos de Martín López y Elvira Gomez, la aproximación es más coral y contemporánea, puesto que entre ambos realizan más de media decena de personajes. La comicidad de Gomez es desternillante y la presencia somática de López uno de los pilares sobre los que descansa la propuesta.

Gabriel Beck encarna a un Yago que nos seduce desde el primer momento. La interpretación del actor va mucho más allá del acondicionamiento al estilo de Chamé y se aproxima a su personaje de manera aparentemente anárquica, con una expresividad sublime y una dicción inaudita. No menos que la de Matias Bassi, que compone a un OTHELO difícilmente olvidable. Su voz y presencia llenan el escenario y tensionan a la platea entera. Gracias a él contraste tragicómico alcanza su cota más alta. Con ellos compartimos por fin, las inquietudes de ambos personajes, dejándonos arrollar por unas interpretaciones extraordinarias.

De nuevo, y como sucede con “Llegué para irme”, la posibilidad de disfrutar de estos dos espectáculos conjuntos siempre suma enteros a lo que termina siendo una gran experiencia. El uso de algunos objetos comunes y su utilización específica para cada uno de los espectáculos permite tener una visión mucho más completa de este espacio de libertad que debería ser siempre el teatro a partir de la figura del clown y la subjetivación del teatro de objetos. Verdaderamente deslumbrante.

Finalmente, pocas aproximaciones serán capaces de indagar en las relaciones entre lo trágico y lo cómico con semejante desenfado y, a la vez, logrando un resultado tan certero. Lo mismo sucede con el cruce de fronteras entre lo clásico y lo contemporáneo. La necesidad performativa del sujeto que se cuestiona sobre su verdadera naturaleza. Ambición desmedida, racismo, violencia de género, envidia, celos infundados y, finalmente, amor. Amor por el teatro y por la necesidad de expresar abiertamente y a través del revestimiento artístico lo trágico y cómico de la naturaleza del ser humano.

No hay duda, OTHELO es ya uno de los espectáculos más destacables de la temporada. Fantástico, imponente, emocionante… No hay calificativos suficientes para englobar su índole y pedigrí.

Crítica realizada por Fernando Solla

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