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06.09.2016 Críticas  
Culpando a la víctima

Durante el curso escolar del 2014, Grayson Bruce, un niño de nueve años empezó a sufrir un terrible acoso escolar de parte de muchos de sus compañeros. El detonante era la mochila de la serie de dibujos animados EL PEQUEÑO PONI.

El centro escolar solicitó a los padres que el niño no llevará más esa mochila al colegio. Este hecho inspira la obra que inicia la temporada del Teatro Bellas Artes de Madrid.

La obra nos presenta a unos padres que se ven sorprendidos ante la llamada urgente de la tutora escolar de su hijo. Al parecer, el niño es el hazmerreír de todos los alumnos. Nadie quiere compartir pupitre con él, y es víctima de humillaciones. El detonante de todo eso es la mochila de caballitos de colores que el pequeño usa. La dirección del centro escolar pide que el niño no lleve esa mochila al colegio. El dilema está planteado. Las opiniones dispares entre el padre y la madre. La gestión de las emociones, la impotencia, la rabia, la absurdez se apodera de esa familia. La obra nos muestra lo complicado de superar un acoso escolar, y la dificultad que tenemos los adultos para conocer y gestionar de manera atinada las emociones de los más pequeños.

Centrándonos en lo teatral: La pareja está interpretada por dos expertos actores. María Adánez y Roberto Enríquez. El montaje en aparente sencillo, se va transformando gracias a unas acertadas proyecciones y el uso de la luz. Las escenas se suceden con interés. La primera parte del montaje es una escalada emocional, en la que el descubrimiento de los abusos y los motivos tras ellos pone contra las cuerdas a esos padres. Asistimos con cierta angustia a razonamientos y confesiones dolorosas. La situación pone al límite a unos padres que llegan incluso a dudar del amor que le pueden tener a su hijo. A un hijo que prefiere la mochila de los ponis a la de Batman. Parece que el culpable de todo es la inocente criatura. ¿Hay que obligarle a que abandone su mochila? ¿Hay que hacer desaparecer el objeto que causa el odio? ¿Desaparecerá el acoso cuando desaparezca la mochila?

La obra nos muestra el desconcierto absoluto de unos padres que no saben gestionar la situación. Y de un colegio que tampoco está a la altura. Si bien, en la segunda parte de la obra la intensidad decae, la historia plantea interrogantes y cuestiones en las que pensar. El final deja cierto sabor a inacabado, aunque entiendo que ese final permite la reflexión del espectador.

EL PEQUEÑO PONI da voz en las tablas a una situación que tristemente es más común de lo que creemos. Responsabilizar a las víctimas del acoso suele ser lo común. En vez de enfrentarnos a los acosadores muchas veces ponemos el foco en la víctima y le exigimos que deje de ser ella misma.

Un texto con gran dureza en algunos tramos y con unas interpretaciones de gran calidad. Una de esas obras de digestión lenta y que merece la pena ver para enfrentarnos a una realidad que no podemos obviar.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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