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01.08.2016 Críticas  
Una adaptación de la adaptación del original

La compañía Obskené lleva a escena la adaptación al cómic −obra de Paul Karasik y David Mazzucchelli− de la primera parte de la Trilogía de Nueva York de Paul Auster, la novela Ciudad de cristal. Con un título homónimo, CIUTAT DE VIDRE combina la particular narrativa de Auster en la versión hecha para el cómic con las herramientas teatrales.

Después de ganar el Premi Adrià Gual 2015 que concede el Institut del Teatre al mejor proyecto de escenificación, se ha estrenado en el Mercat de les Flors, dentro del marco del Festival Grec.

El texto de Auster es una falsa novela negra, ya que, lo que al principio parece una historia detectivesca, termina siendo una reflexión contemporánea sobre la identidad, las obsesiones y la existencia. La historia sigue los pasos de un hombre solitario, escritor folletinesco de novelitas de misterio, a quien una llamada equivocada le presenta la ocasión de hacerse pasar por detective y resolver un caso. Se enfrascará tanto en la tarea que terminará por perderse incluso a sí mismo. La obra narrativa de Auster destila una atmósfera que resulta difícil trasladar a otro lenguaje más parco en palabras, pero Karasik y Mazzucchelli logran acercarse a la esencia de la novela en su cómic, haciendo además un ejercicio de adaptación y reducción de la historia a lo esencial.

El espectáculo de Obskené, dirigido por Ricard Soler i Mallol, se basa en este cómic. De hecho, se limita a traspasarlo de las páginas al escenario, pero sin prescindir de sus viñetas, que se proyectan en unas estructuras que simulan la disposición de los dibujos en las páginas y sirven de telón de fondo de la escena, así como de decorado en numerosas ocasiones. Esto es todo lo que usan para la escenografía, además de seis bancos y de un mapa callejero de Nueva York en el suelo y en el fondo. La combinación del cómic con los personajes de carne y hueso paseando por delante de las viñetas en las que aparecen y escenificándolas tiene un punto original que atrae y potencia el ritmo de la pieza, a pesar de que los intérpretes parecen un tanto planos aunque interpreten más de un papel. Porque el reparto está formado por Joan Arqué, Francesc Ferrer y Nuri Santaló; ellos tres dan vida a todos los personajes de la historia.

A partir de cierto momento, hacia el final, se prescinde del efecto del cómic y el espacio queda desnudo de viñetas para mostrarnos ya la decadencia del protagonista. Extrañamente, la obra pierde ahí fuelle, queda coja, como si le faltara algo que necesitase. Y es que, si ya en la primera adaptación −de la novela al cómic− había cosas que se perdían, una adaptación de la adaptación −ahora del cómic al teatro−, por fiel que sea a la obra ilustrada, se alejará un poco más de la particularidad literaria de Auster.

No obstante, sobre todo en la primera parte, el ambiente intrigante y detectivesco está muy bien logrado y la equilibrada utilización del espacio escénico denota que hay una dirección certera detrás. Los elementos técnicos que acompañan la puesta en escena, además, desde el sonido –diseñado por Ariane Lamarre− hasta la iluminación –de Adrià Pinar−, pasando por las proyecciones –del mismo Pinar y Mònica Bofill− visten mucho la historia.

Si bien las expectativas con Obskené eran altas, después de su especial Fuenteovejuna, y parece que esta CIUTAT DE VIDRE no ha terminado de convencer igual, habrá que estar pendientes de su nuevo montaje, que se estrenará en FiraTàrrega en septiembre.

Crítica realizada por Esther Lázaro

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