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15.07.2016 Críticas  
ORGASMOS, coitus interruptus

Dan Israely, dramaturgo de origen judío afincado en Nueva York, escribió la obra ORGASMOS para ser representada en Los Angeles, representándose tiempo después en el off-Broadway con moderado éxito. A partir de ahí ha girado por diferentes países como Argentina, Israel, India o Alemania; entre otros. Ahora llega al off-Barcelona; concretamente al Teatre del Raval.

ORGASMOS plantea el problema de la disparidad entre hombres y mujeres desde la misma creación (la voz de Dios es el gran Joan Pera, voz catalana y española de Woody Allen) y dando un cuádruple salto mortal, llega hasta nuestro tiempo; no importa lo que sucedió entre ambos sexos en el enorme lapso temporal que difiere una época de la otra; pasamos de ir en taparrabos a calzar indumentaria actual en un visto y no visto.

El hombre estaba solo y Dios intentó enmendar su error de fabricación (nula conexión entre pene, mente y corazón) para crear a la mujer, errando otra vez el tiro y dotándola de un exceso emoción, tanto para lo bueno como para lo malo.

ORGASMOS no deja de ser una comedia de sketches y adolece de los mismos males que todas las obras de este tipo; no tener coherencia argumental ni línea de relato. Más bien es un monólogo del hombre donde explica lo negativo que tienen las mujeres y luego se representa dicha explicación con un pequeño acting. Una vez terminado se pasa a ver lo mismo pero desde el bando contrario, en este caso la mujer. Una fórmula sencilla y, hasta cierto punto, efectiva pero repetitiva en el poco tiempo que dura la obra.

La gracia de ORGASMOS es que pretender ser una comedia y arrancar las carcajadas del espectador, la desgracia es que entre pretender y conseguir puede haber un trecho tan grande como el triple salto mortal del que antes hablaba.

Joan Pera, bastante pasado de peso, y Cristina Brondo, en unos espectaculares 39 años, encarnan al hombre y a la mujer y muestran continuamente los clichés de la guerra de sexos; los hombres hablan poco, las mujeres demasiado; los hombres no se compran ropa, las mujeres se la compran toda; los hombres disfrutan con el sexo y las mujeres fingen mientras se sienten insatisfechas; así en un largo etcétera con una ristra de gags tan manidos y con más años que un bosque que pierden el sentido, la originalidad y la sorpresa para el espectador. Sus interpretaciones son exageradas, sobretodo la de Brondo pero en su caso cuadra más con el personaje que interpreta y es tan expresiva física y facialmente que pese a desmelenarse tanto es graciosa y convincente. Exactamente lo contrario sucede con Roger Pera, un gran actor de teatro con muchas obras a sus espaldas que no termina de ubicarse en un personaje que lleva tiempo interpretando. Creo que una de las cosas que le hace no sentirse cómodo es el idioma de la obra, en catalán se habría mostrado más suelto y menos ceñido al guión. Se nota demasiado que no es su lengua habitual. Cuando mejor están ambos es en sus interacciones con el público; cuando improvisan y preguntan al espectador, en la función que me tocó cubrir eran 31 los espectadores que presenciaron ORGASMOS.

En definitiva, ORGASMOS no consigue lo que parece pretender pero tendría alguna posibilidad si los actores improvisaran y se dejasen llevar un poco porqué de lo que es el libreto poco más se puede rascar.

Crítica realizada por Manel Sánchez

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