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06.06.2016 Críticas  
VI FESTIVAL DE BURLESQUE EN EL MOLINO: Sensualidad y talento

El Molino vuelve a la carga, y vuelve a lo grande, con la VI edición del Festival de Burlesque de Barcelona. Aún remarcando que es de Barcelona, el burlesque les pertenece a ellos y solo a ellos, al histórico Molino, el único cabaré auténtico de la ciudad condal presentando el único festival de burlesque en territorio español.

Realizar, o incluso solo idear, un espectáculo de estas características en los tiempos que corren, donde ya no existe la censura que convirtió en mítico al Molino por saltársela continuamente, puede ser considerado tanto un ejercicio de nostalgia como un tour de force. Pero si algo ha mostrado el local del Poble Sec a lo largo de su dilatada historia, bajo cualquiera de los nombres que haya tenido, es su arrojo y valentía en aras de reventar el orden establecido y hacer lo que ha querido siempre.

El burlesque no es lo que fue. Las gentes (hombres sobretodo) ya no cruzan la frontera para poder ver desnudos por la opresión ejercida en tiempos dictatoriales; pero la fórmula funciona. Es más espectáculo de lo que era antes, se valora el baile y la interpretación dejando de banda lo que nos da y no nos daban en el pasado en otros escenarios. La forma y el resultado es a la par divertido y espectacular.

El escenario, móvil, es reducido y el team Molino también, demostrando que no es necesario tener 15 vedettes y 50 coristas para darnos algo grande. Solo es necesario tener talento; y los miembros de la casa del aspa roja tienen tanto que el talento es quien les persigue y no ellos quienes van en pos de él.

Pero no solo de talentos locales hablamos hoy. El VI FESTIVAL DE BURLESQUE trae como invitadas especiales a la húngara Melita Honeycup y a la italiana Miss Scarlet Martini, amén de una aparición especial, y maravillosa, de Betty Boop; auténtica reina de la sensualidad durante 90 años y que podemos ver, por fin, poseyendo el cuerpo de Aina Torné.

El espectáculo, de 90 minutos de duración y continua interacción con un público entregado (el servicio de bar en platea ayuda pero no es excusa), está dirigido por un maestro de ceremonias muy especial, Juli Bellot, con chaqueta de corte napoleónico y peluca(s) nueva(s), que le sientan la mar de bien. Bellot irradia simpatía y saber hacer tanto cuando baila como cuando canta o presenta. Nada que envidiar al Joel Grey de Cabaret.

El festival fluye a ritmo rápido y constante gracias a la duración de los números, entre 4 y 6 minutos, y a no tener apenas pausas entre ellos; algo que es de agradecer por parte del espectador. Excepto un par de momentos puntuales (el audio un poco bajo del micro de Bellot y una canción que termina antes del número del aro de Melita Honeycup) el timming cuadra perfectamente y tanto la iluminación como las proyecciones en pantalla son excelentes.

Mellita Honeycup, una de las más espectaculares bailarinas del panorama internacional, mezcla un look muy radical (pelo rosa, tatuajes y mucho cuero estilo gótico) con un control muy alto de los elementos, en este caso las cintas y el aro, en una variante más física que sensual. Por el contrario, Miss Scarlett Martini, de cuerpo menos fibroso y formas más redondeadas, es una artista burlesque en el sentido más estricto, y añejo, de la palabra. No es tanto una atleta, ni siquiera una bailarina al uso, es una intérprete depurada y clásica, más acorde al burlesque tradicional, donde quitarse un guante puede alcanzar los niveles sensuales de Rita Hayworth, pero que no hace a la platea romper en aplausos. Como acto nostálgico se puede considerar sobresaliente.

El Team Molino, con Lady Molino (Vanessa García, la mejor, mayor y más bonita sonrisa sobre la faz de la tierra) a la cabeza, es un elenco que posee lo mejor de las dos invitadas al festival. Son tan buenos en el burlesque clásico y sensual como en el rol del bailarín/a moderno. Se les puede catalogar de atletas y de artistas totales sin temor a equivocarse. Además sus números son los más divertidos y expresivos; jugando con el espectador, con paraguas chinos o haciéndose pasar por monjas que se quitan la ropa ante Dios, algo que ya no podemos considerar escandaloso y transgresor pese a la soberbia actuación de Geni Sánchez. Como decía anteriormente, Vanessa García es Lady Molino, y lo es por algo, igual de radiante está con barba, haciendo de leona o vestida de china por qué desprende un aura que pocas desprenden (o han desprendido alguna vez) bajo los focos de un teatro. Los chicos tampoco se quedan cortos, Roger Salvany, Juli Bellot (preferible como presentador y con los pantalones puestos) y Sebastián Yanucci suman frescura y comicidad, sobretodo éste último, al grupo. Si tuviera que elegir un número de los mostrados durante el festival, me quedo con el de Maite Fernández en el rol de una muñeca que sigue los movimientos marcados su imagen real en pantalla. Como ¿último? acto de valentía tenemos al grupo, de diferentes edades y físicos, que reciben clases de baile sensual de la primera bailarina del Molino, y por el cual finalmente el público se destrozó las manos aplaudiendo pese a ser amateurs. ¡Bravo!

En definitiva, un festival que vale la pena ver, termina el 12 de Junio, en el local que dirige la no menos mítica y simpatiquísima Merche Mar.

El Molino ya no es lo que era, es mucho mejor ¡Larga vida a EL MOLINO!

Crítica realizada por Manel Sánchez

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