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25.05.2016 Críticas  
Teatro para soñar y no querer despertar

Que William Shakespeare fue un genio nadie lo pone en duda, tener la capacidad de escribir “Hamlet”, “Rey Lear” u “Otelo” es algo único, pero además adentrarse en el terreno de la comedia y la fantasía con EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO, es de un atrevimiento magistral. El montaje que cierra la programación de esta temporada en Matadero es un digno broche de oro.

Darío Facal es el artífice de la sorpresa y la innovación, a veces incluso por exceso. En este mágico montaje, el imaginario campa a sus anchas para entretener, sorprender y hacer que el espectador entre de lleno en ese bosque ateniense poblado de personajes enamorados, apasionados, entre el mundo de la fantasía y el amor más inocente.

Juega el director con la sorpresa. Entrar en una sala bañada por la luz del sol exterior ocasiona el primer despiste, pero todo tiene su sentido. Cuando la noche caiga sobre Atenas, la sala se oscurecerá hasta el nuevo día. La divertida historia de enredo, confusión, amor y teatro se desenvuelve con pasmosa finura. Sin estridencias pero con un halo de cuento entrañable. EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO es puro entretenimiento, pura diversión y pura carcajada. La parte final, magistral, ese teatro dentro del teatro. Maravillosa recreación de la muerte de Piramo y Tisbe por esa desastrosa troupe de cómicos. Hacía tiempo que no escuchaba una platea repleta reír y disfrutar de lo lindo.

La polifacética Carmen Conesa, encabeza un reparto donde todos brillan por igual. La obra funciona a la perfección, el aire desenfadado les permite un disfrute que se contagia. Y ese abrazo a la platea es un perfecto final, un dulce despertar mientras la luz de la noche se disipa.

Me quedo con las sensaciones agradables, la sorpresa, la vida del bosque. Hay que dejarse llevar en este montaje, hay que aflojar los sentidos, relajarse y que la pócima del amor que Puck derrama sobre algunos de los personajes nos contagie también. El teatro es eso también, bajar la guardia y caer en el sueño más dulce de la mano de un gran Shakesperare, un bonito montaje y una fiesta que ensalza el amor y la fantasía. No lo duden, acudan al Matadero a dejarse seducir, me lo agradecerán….

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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