El Café-Teatre Llantiol ofrece los martes un monólogo cómico con mucha personalidad, MIRTA EN ESPERA, producido por la plataforma de creación multidisciplinar «Los espejos son para mirarse». La artífice del espectáculo es Ángela Palacios, quien se convierte en la divertida protagonista de una historia de pequeños infortunios.
Mirta llega al banco en el que ha quedado cargada con su guitarra, su altavoz con ruedas, y su mejor traje de gala, largo hasta los pies. Se ha citado con un representante que busca nuevos talentos para su agencia, y Mirta piensa que puede ser la gran oportunidad que lleva tanto tiempo deseando. Porque es actriz, pero todavía no ha hecho ninguna película, a pesar de que ya tenga pensado el discurso que pronunciará cuando gane un Oscar. Para aprovechar la espera, saca del mini-maletín que la acompaña un micrófono (y un gorro, para que puedan tirarle algunas monedas) y se pone a versionar una canción Disney. Esto atraerá al público que ella, en su monólogo, convierte en interlocutor.
Este es el punto de partida de MIRTA EN ESPERA, una obra escrita, dirigida e interpretada por Ángela Palacios, la factótum de la obra. Un banco, un efectivo juego de luces −diseño de Ana Ugarte− y cuatro elementos de atrezo es todo lo que necesita para acompañar la pieza. Porque esta se sustenta, principalmente, en la gracia interpretativa de la actriz, en su elocuente expresividad, en su versatilidad de registros y capacidades (los momentos musicales son un gran aporte) y en el texto, ingenioso y cercano.
Mirta se convierte en seguida en un personaje entrañable y con el que no puedes evitar reírte, por la extrema confianza con la que cuenta su desastrosa vida amorosa y sus intentos –y los de sus amigas− por mejorarla, y los devaneos de su carrera artística, en la que no le va mucho mejor que con los hombres. A pesar de que el personaje juega con unos clichés muy claros, con una personalidad muy determinada y reconocible (¿quién no se ha cruzado alguna vez con alguna Mirta en su vida?), es capaz de sorprender con giros realmente acertados y que aportan a la obra mucho dinamismo.
MIRTA EN ESPERA es igual que su protagonista: divertida, fresca, desenfadada y graciosa. Las dimensiones y la disposición de la sala, además, juegan a su favor, y subrayan la proximidad que se establece con el espectador. Por todo ello, resulta una buena y entretenida opción que seguirá aún en cartel todo el mes de mayo.
Crítica realizada por Esther Lázaro