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02.05.2016 Críticas  
La mediocridad tampoco está tan mal

A esa conclusión llega uno, cuando acaba de ver SOTA LA CIUTAT. Ser mediocre no es tan malo. Y también da la felicidad. Es más, quizá es más feliz el que no está en la cresta de la ola de la fama, sea en el ámbito que sea, porque no tiene que luchar arduamente para mantener esa posición, o lo que es peor, saborear la derrota y morder arena cuando cae de esa cresta.

Dàlia y David son una pareja que vive en un pueblecito catalán de provincia y que hastiados de la vida que llevan, y decepcionados de no haber conseguido llevar a cabo las grandes hazañas que creían que conseguirían, deciden darle un vuelco a su vida y marchar a Barcelona, la gran ciudad. La ciudad donde los sueños se hacen realidad. La que te da una vida diferente a la vida aburrida ‘normal’ y la ciudad en la que te acabas sintiendo realizado. Ella quiere ser actriz y el escritor. Y eso es lo que se empeñan en conseguir con ese gran cambio en su vida.

Pero la realidad siempre es diferente a lo que nos imaginamos. Para bien, pero también para mal. Y descubrirnos a nosotros mismos luchando por cosas que no son las que queremos, y convivir con la realidad de ciertas escalas de la sociedad, a veces no hace tan feliz como pensábamos.

Aunque aparentemente, la historia gira en torno a Dàlia y David, ninguno de los otros personajes que comparten cartel y escenario son de menos importancia. Narcís es un director de teatro en su madurez, pero venido a menos y que además ha hecho sufrir al extremo a su joven pareja Miriam. Y la hermana de esta última, Bárbara Bonay, vive en una burbuja de aparente fama y éxito, pero marcará de forma extrema cada movimiento de su vida, si no quiere terminar rompiendo esa pompa de jabón irreal.

Estos son los personajes que componen el elenco de SOTA LA CIUTAT, una obra de la compañía de teatro Arcadia y que dirige Llàtzer García. Y aunque el tema central es un tema atractivo para todos aquellos que tienen aires de grandeza, tengo que decir que el espléndido resultado final de la obra se lo da, además de esta genial idea de Llàtzer García plasmada en guión, la gran elección de los actores y su perfecta ejecución en la escena. La escenografía y el vestuario no son espectaculares. Pero es que no hace falta que lo sean. Llàtzer quiere explicar varias historias en una y eso es lo que consigue. Y quiere enseñarnos la realidad de muchas cosas. Y también lo consigue.

En SOTA LA CIUTAT, no te quieres perder un segundo de lo que está pasando. Hay momentos de tensión contenida. Otras veces, no puedes evitar compadecerte por los personajes. Y en otros momentos, te tienes que reir a pura carcajada. Lo tiene todo. Y todo está bien hecho. Los diálogos, el entramado de la historia, y la música, que también juega un importante papel.

Permitidme, eso sí, que a pesar de alabar todas las interpretaciones, porque todas son de una calidad superior, haga una mención especial para Albert Pérez en su papel de Narcís Munt, el director de teatro fracasado. Su desolación perfectamente transmitida y la fuerza que a la vez refleja, es para saborearlo poco a poco, a pesar de lo agitada de sus intervenciones. Pero quiero incidir de nuevo en que, a pesar de por simpatía personal quizá hacia el personaje o hacia la tremenda interpretación, todos los actores trabajan perfectamente sus partes y eso hace que el resultado final, como ya he comentado, sea de 10.

El Lliure siempre acierta con su programación y con SOTA LA CIUTAT lo ha demostrado una vez más. No os perdáis una obra cercana al público, de pequeño formato, que estoy segura que a cualquiera que le encanten las historias genuinas y reales, le va a encantar.

Crítica realizada por Diana Limones

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