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25.04.2016 Críticas  
El juicio de Leonard Vole: TESTIMONI DE CÀRREC en el Raval

El prestigioso Sir Wilfrid vuelve a su bufet de abogados tras una temporada en el hospital: demasiados puros y demasiada exaltación han estado a punto de llevárselo al otro barrio. Debería alejarse de los casos complicados, pero cuando se presente en su despacho el atribulado Leonard Vole, acusado de asesinato y con todo en su contra, no podrá resistirse.

Agatha Christie escribió en 1925 el relato “Traitor hands” para la revista Flynn’s Weekly, y en 1933 lo publicó dentro de la antología “The Hound of Death and other stories” ya con el título “The Witness for the Prosecution”. La autora expandió la trama y rehizo el final, del que siempre había estado insatisfecha, cuando la convirtió en obra de teatro en 1953: se estrenó con gran éxito en el Winter Garden londinense y en el teatro Henry Miller de Nueva York, donde alabaron sus sorprendentes giros argumentales. Tras un par de versiones televisivas, finalmente en 1957 Billy Wilder la convirtió en la celebrada película que aquí conocimos como “Testigo de Cargo”, con Charles Laughton, Tyrone Power y Marlene Dietrich. Ahora, TESTIMONI DE CÀRREC ha llegado al Teatre del Raval de Barcelona, dirigida por Pepa Calvo.

El montaje presenta una escenografía sencilla pero completa y efectiva, a cargo de Gala Garriga, que nos transporta a los despachos del bufet de abogados y a la sala donde se celebra el juicio, como lo hace la música de jazz compuesta especialmente para la ocasión por el gran Peter Delphinich. La gama cromática de decorados y vestuario se ciñe a los grises, para darle a todo un aire de película de los 50.

Porque precisamente esa es la idea: TESTIMONI DE CÀRREC tiene mucho más presente en su planteamiento y desarrollo el film de Wilder que cualquier otra versión teatral. Como tal, debe considerarse un éxito: los actores, sobre todo Jordi Coromina y Muntsa Tur como Sir Wilfrid y la enfermera Plimsoll, trasladan perfectamente al escenario a la versión de los personajes de la película y los toques de humor de Wilder, como también lo hacen el desconcertante matrimonio Vole (Pep Martínez y Empar López), el abogado de Lluis Altés o el veterano Xavier Serrat.

Hay un elemento más a tener en cuenta: los espectadores tienen la oportunidad de convertirse en parte de la obra. Teatre del Raval ofrece la posibilidad de ser miembros del jurado del caso, y vivir la mayor parte de la función desde el escenario: pudimos disfrutar de esta opción, y es tremendamente divertido. Sólo hay que presentarse un poco antes de la función el día pactado, respetar los códigos de vestuario, dejarse “complementar”, y seguir unas instrucciones muy sencillas. A cambio, se puede disfrutar de una inmersión fantástica: ver el juicio desde la tribuna del jurado y comentar con los otros miembros las impresiones que produce el desarrollo del mismo es algo que recomiendo. Eso, ni Billy Wilder podría ofrecerlo.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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