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21.03.2016 Críticas  
¿Realidad o ficción? o ¿realidad dentro de realidad?

Abren las puertas de La Seca, espacio dedicado a las artes escénicas en el corazón del Born, y nada más entrar nos dan un trozo de pan y un paño de cocina. Sentado frente a una mesa de trabajo, se encuentra Alex Gorina (crítico de cine y presentador) hablando con su «hija», directora de teatro, sobre una conferencia teatralizada que esta última quiere llevar a cabo con él.

La conferencia va a tratar sobre Peeping Tom, una película británica dirigida por Michael Powell que se estrenó en 1960, en la que un realizador se convierte en asesino en serie que, obsesionado con capturar el terror que ve en sus caras, decide grabar a sus víctimas mientras las asesina. Todo esto, como consecuencia de un trauma infantil en el que su padre le grababa a él en escenas en las que le hacía pasar verdadero terror.

Alex Gorina, enamorado del filme, habla durante los minutos que transcurre la obra sobre la película, el impacto que causó en aquella época, como la película fue denostada por la crítica y como consecuencia provocó el declive de la carrera del director. Y a medida que habla de ello, su hija, que no es su hija, sino una actriz que representa a su hija, le explica cómo será la representación en la que él hablará de la película y una actriz se hará pasar por ella.

Tras esta pequeña introducción nos preguntamos si lo que estamos viendo ¿es la realidad de ese momento? ¿O es más bien una ficción que representa una realidad anterior, cuando la directora se sentó con su padre a decidir qué rumbo tomaría la obra?

Mientras esto transcurre, a la hija se le ocurre que el público deberá hacer migas con el pan, para al final de la representación, traérselo a un pájaro muerto, que lo cubra, y que de esa manera se cierre el círculo vital.

Alicia Gorina decide jugar con la realidad y la ficción en esta obra a raíz de su última obra y de cómo esta le afectó personalmente en su vida. Decide crear un espectáculo en el que se mezclen estos dos mundos, y que mejor para ello que tener durante más de una hora a su padre hablando de cine. Nada más real que eso, aunque el espectador tendrá siempre dudas de si lo que está pasando es ficción o no.

En el escenario, una mesa y dos sillas, una cámara y una pantalla de cine, y películas de Michael Powell, a las que se harán referencia en varias ocasiones. Un cuaderno para darle forma al guión que preparan (¿o qué ya prepararon, en realidad?) y una conversación totalmente natural entre un padre cinéfilo y una hija dedicada al mundo del teatro. Eso es WATCHING PEEPING TOM. Aparte de jugar con realidad y ficción, nos quiere mostrar la constante búsqueda de la mirada artística (los ojos es una parte importante durante toda la obra), así como la forma en la que llegan a implicarse en la obra sus creadores, como Peeping Tom, como Michael Powell, como Alex Gorina y como Alicia Gorina.

Alex Gorina no es actor de teatro. Sin embargo, como la obra trata de la realidad y la ficción y él solo tiene que ser él mismo, lo que es en realidad, nos deja boquiabiertos con su, casi monólogo sobre esta película. Tan solo tiene que hacer lo que lleva haciendo por décadas. Por eso es normal que no sintamos en ninguna momento el vacío de un actor de verdad. Por otro lado tenemos a Patricia Mendoza, quien hace las veces de Alicia Gorina. La complicada tarea de mimetizarse con un personaje real y muy cercano a su compañero de escena, pasa el curso con nota.

Una de las dudas que crea la obra es si deberíamos haber visto la película antes o después de la función de teatro. Yo no vi la película, pero ahora estoy deseando verla. Los que la vieron antes, han visto muchas referencias a la película en este guión. Según los Gorina, esa será la eterna duda; cuál de las dos cosas es mejor. Y la conclusión: ninguna de las dos es mejor. Ambas cosas aportan un aliciente a la obra. Y yo estoy de acuerdo con ellos.

Finalmente, acaba la obra, aunque todas esas cosas pasan en realidad, y los pocos que hicimos caso y durante ese tiempo preparamos unas cuantas migas de pan, las llevamos a la mesa donde yace el pájaro muerto. De esta manera, formamos parte de una capa más en la que la directora nos ha querido incluir: una realidad, dentro de su propia ficción.

WATCHING PEEPING TOM. Una idea original (y muy real) para los que tienen una inquietud diferente y para todos los que aman el cine tanto como aman el teatro.

Crítica realizada por Diana Limones

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