novedades
 SEARCH   
 
 

08.03.2016 Críticas  
Un clásico RIGOLETTO en la Gran Vía madrileña

En plena Gran Vía madrileña la cartelera del Teatro de la Luz ofrece funciones de óperas populares a precios populares, según publicitan. Este mes de marzo pueden verse dos célebres obras de Verdi: La Traviata y RIGOLETTO. Ambas dirigidas por Jesús Cordón e interpretadas por la Compañía Festival Lírico y la Orquesta Filarmónica Mediterránea.

RIGOLETTO, compuesta y estrenada por Giuseppe Verdi en 1851, es una ópera melodramática en tres actos, con libreto de Francesco Maria Piave −habitual libretista de Verdi, se encargó también de La Traviata, entre otras− basado en Le Roi s’amuse, una obra de Victor Hugo de principios del XIX. La acción de la ópera transcurre en Mantua, en el siglo XVI, y tiene por protagonistas al mujeriego duque de Mantua; a un bufón jorobado de la corte, Rigoletto; y a su bella hija Gilda.

El conflicto dramático de la obra se presenta ya en la primera escena, igual que los personajes masculinos principales: se nos muestra el carácter frívolo e infiel del duque, y el carácter maliciosamente burlón del bufón, que hastía e irrita a todos. Esta escena termina con la aparición del conde Monterone que clama venganza por la deshonra de su hija en manos del duque. Antes de que le arresten, lanza una maldición sobre el noble y sobre Rigoletto, que se ha burlado de él. Si bien al duque no parece afectarle en absoluto, a Rigoletto sí le hace temblar y temer por su bien más preciado: su hija, joven y bella, a la que adora y sobreprotege con desmedida. La venganza está servida.

El argumento melodramático de la obra mantiene la atención y el interés del público durante las dos horas y media de representación. También lo hacen la composición musical de Verdi, y las voces de los cantantes. Destacan especialmente, tanto por la calidad vocal como por la interpretación, la soprano en el papel de Gilda, Gema Scabal, y el barítono Carlos Andrade, quien defiende un convincente Rigoletto. También contribuyen a un tercer acto muy redondo y bien resuelto vocalmente la soprano María Zapata y el bajo Carlos London, el sicario y su hermana. Sin embargo, si bien el tenor que interpreta al duque, Gustavo Casanova, está a la altura líricamente del resto de componentes, su estatismo y falta de expresividad −sobre todo en el esfuerzo de los agudos, que casi parece que sufra− contribuyen a que su actuación se perciba menos creíble. No obstante, el público aplaudió y vitoreó su célebre aria «La donna è mobile», seguramente la pieza más conocido de RIGOLETTO, así como también las arias de Gilda, las de Rigoletto, y el dúo de ambos que cierra el segundo acto.

El montaje, discretamente dirigido, muestra una puesta en escena clásica. No actualiza la pieza ni la moderniza, no arriesga ni propone una lectura propia, sino que ofrece al público una versión fiel del original. El vestuario recrea el del s. XVI y cuenta con un decorado costumbrista. Tal vez se podría aprovechar mejor la iluminación del teatro sobre todo en los frontales de la segunda escena. La propuesta mejora a medida que avanzan los actos: el último es el más brillante. El coro de la compañía y los solistas con papeles más breves –que, tras el segundo acto, salen a saludar porque para ellos ha terminado ya la función− dan forma al ambiente de la corte ducal. Sólo deberían cuidar más lo pequeños detalles, como, por ejemplo, que alguna de las chicas del cuerpo de baile, que interpretan a discretas cortesanas, no luzca pendientes ostentosos impropios del papel, o que el duque esconda mejor las modernas pulseras de hilo tras la manga de la camisa.

Es de elogiar el propósito de ofrecer a un precio más asequible que en los grandes teatros, en un formato más cercano y con una producción modesta y honrada, una función de ópera con toda una orquesta en directo, dirigida por Fernando Álvarez Catanese, y un elenco numeroso de intérpretes.

Crítica realizada por Esther Lázaro

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES