Un actor, un director, una escalera y dos sillas. El actor que ensaya y el director que ordena. Así empieza la crónica de una obra cancelada. De esta idea partió Gerard Vázquez cuando creó el texto y con el que gano el Premio SGAE 1995.
CANSALADA CANCEL·LADA podría describirse como una comedia llena de fluidez y espontaneidad, escrita con una gran habilidad intuitiva, sin embargo es bastante reiterativa, se repiten diálogos y esto da redundancia a la obra.
La sensación del espectador es que está asistiendo a una serie de ensayos para llevar a escena «El Génesis». El actor empieza con momentos muy cómicos parodiando cualquier actor con pocas luces que se presenta a un ensayo sin haber leído el texto y este personaje acaba tomando una dimensión humana que lo aproxima al espectador. Por otro lado está el director, que como si de un psicólogo se tratase, analiza el comportamiento del actor y lo aconseja en su día a día. El actor es un desastre, siempre llega tarde a los ensayos y no se sabe el texto. El director quiere dar la sensación de que tiene todo controlado y que no falla nada pero hay un personaje que tiene el papel de Dios y que nunca aparece. Este Dios podría ser la metáfora del origen de la creación que en esta obra quiere escenificar la vida como un simple ensayo.
Fermí Fernández y Eduard Doncos han conseguido crear una sensación de ausencia de guión, hacen que los diálogos sean vivos, frescos y con una cotidianidad increíble.
Es una obra con pinceladas becketianas sin pretensión de transcendentalismo que destapa algunas verdades sobre la humanidad en clave de humor. Te hace reír ante la creación interminable de un espectáculo que llama tanto a la reflexión como al sentido del humor. En definitiva, una obra con diálogos incomprensibles, cosas que no suceden nunca y que visten a la obra de un absurdo profundo.
Crítica realizada por Milena Vázquez
