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24.02.2016 Críticas  
Fulgurante poema sobre el paso del tiempo

Desde el pasado trece de febrero la compañía Mal Pelo ha presentado en el Mercat de les Flors un repertorio de cuatro espectáculos. “Istambul”, “7 lunas”, “Bach” y EL CINQUÈ HIVERN, la pieza que nos ocupa. La sala Maria Aurèlia Capmany ha acogido las cinco únicas funciones de un montaje que ha viajado por Europa y Canadá y que ya pudimos ver en el Grec y el Temporada Alta.

María Muñoz y Pep Ramis sorprenden con un poema coreografiado a partir de las palabras del italiano Erri de Luca. Los trabajos del novelista, poeta, traductor y activista político, siempre han mostrado una gran preocupación por el reflejo del paso del tiempo y los límites territoriales. A partir de “Tres caballos” y “El día antes de la felicidad”, principalmente, recorreremos el universo de este autor a través de una expresión corporal vestida de blanco y negro. Amor, muerte, asesinato, dictadura, dicotomía norte y sur, introspección, muros, ventanas, guerra, memoria, lenguaje, pasión, juventud, madurez… Escenificar este universo supone un gran reto que el dueto resuelve con entrega en un espectáculo técnicamente impecable.

El espacio escénico nos muestra la caja prácticamente vacía. Sobre el negro de la misma un enorme vinilo cuadrangular, blanco. En perpendicular, una inmensa pared (también blanca) movible de adelante hacia atrás. Nada más. En función del momento y del estado de ánimo o el sentimiento escenificado, se usará como tapia, pantalla, paredón, tabique o muralla. Espectacular trabajo de Pep Aymerich y del propio Ramis que, combinado con el diseño de iluminación de August Viladomat hacen de lo diáfano un juego de destellos y sombras sobrecogedor. La sección en la que se descuelgan y aparecen sobre las cabezas de la pareja una serie de lámparas (a modo de linternas o reflectores) idénticas entre una distinta y mucho más grande que iniciará un movimiento descendiente a la vez que traza amplias circunferencias invisibles plasma con una expresividad exquisita la circunscripción a un espacio o territorio, por un lado, y a estar dentro o fuera del mismo, por otro. La comunión entre los objetos y los cuerpos será impoluta, perfecta.

Es muy emocionante contemplar el diálogo anatómico que mantienen Muñoz y Ramis. La morfología que establecen sus cuerpos en combinación traza unos movimientos que, a poco que hayamos leído de la obra del autor, transforman en algo corpóreo y tangible todo su universo sin renunciar en la fisicidad a un ápice de su poética. Vestidos de negro por Carme Puigdevalliplantes, ambos mostrarán con sus cuerpos toda la luminosidad que su vestuario oculta. Del mismo modo, la belleza y expresividad (sutil pero próxima y asequible para el espectador) con la que los dos plasman el paso del tiempo, son francamente sugestivas.

Finalmente, el espacio sonoro de Fanny Thollot, así como el tratamiento de su emisión desde y por todo la sala, contrasta con la circunscripción de la escenografía, dinamitando cualquier frontera física y ultrapasando cualquier límite para plasmar que no hay límites espacio-temporales posibles cuando se trata de escenificar la esencia de la felicidad, la experiencia vivida o la alegría. En perfecta sincronía con los movimientos de los intérpretes, su trabajo vocal. Este apartado cierra triunfantemente un espectáculo que, además, cuenta con distintas colaboraciones musicales de Alia Sellami, el Niño de Elche e Israel Galván. Semana importante para la danza en el Mercat de les Flors.

Crítica realizada por Fernando Solla

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