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18.02.2016 Críticas  
Teatro desde el alma rota

Sentimientos de pérdida, soledad absoluta, desesperación, todo unido con un fino hilo de comedia y drama, con una excelente interpretación, con un elevado gusto por el texto bien narrado. Una profunda reflexión y viaje interior. Un grito de esperanza ante la cruel ruptura. Una fantasía de la que no se quiere despertar.

Tiene LA RESPIRACION tantos momentos brillantes, tantas frases que quisieras anotar para recordarlas, que es difícil empezar a hablar de una obra tan sencilla, pero tan redonda en todas sus vertientes, nada chirría, nada sobra y nada falta, un magnifico equilibrio que deja al espectador flotando en una nube.

Partiendo de un hecho nada singular, a saber una ruptura amorosa, construye Alfredo Sanzol una serie de emociones que van de la risa al llanto, de la emoción al esperpento, pero transitando de un extremo al otro sin sobresaltos y con una fluidez que encandila. La protagonista nos habla de frente, nos cuenta su dolor, un dolor que es comprensible, un dolor del que no es capaz de sobreponerse a pesar de que ha pasado un año desde la ruptura. Tiene ese monologo inicial una carga dramática dura, pero esta suavizada con unos giros lingüísticos que hacen imposible no esbozar la sonrisa pese a lo duro de las confesiones. En un afán de superar el trauma, Nagore, la protagonista echa mano de la ayuda de su madre, y ahí se desencadena esa fantasía, los consejos de la madre, que la animan a apuntarse a un grupo de yoga, provocan la entrada de una serie de personajes que formaran parte de la vida de Nagore y que la cambiaran para siempre.

La idea de tener a esos personajes presentes en todas las escenas, reaccionando a todas las situaciones que se van produciendo, aunque ni siquiera sean parte de ellas, es de un acierto absoluto, las canciones tocadas en directo e interpretadas por todos ellos provocan ese sentido irreal, ese mundo de fantasía que no descubrimos hasta bien entrada la obra.

El reparto está de lujo, un equilibrio de edades, de caracteres, conjugan a la perfección, mi asombro ante Nuria Mencía, que facilidad para transmitir sus emociones, su confusión, su verdad. Gloria Muñoz, esa voz que es un masaje al oído, y los demás, cada uno en su papel, se nota que saben que están haciéndonos partícipes de una maravilla. Una maravilla que Alfredo Sanzol ha escrito, partiendo de experiencias personales y que ojalá se reponga y gire, pues es una absoluta delicia para el espectador.

No me extraña que apenas queden entradas para disfrutar de esa maravilla. Los que puedan, vayan y respiren, respiren, respiren, dejen que el aire entre en sus cuerpos, dejen volar su imaginación, déjense llevar. Cuando vuelvan se sentirán más ligeros, más humanos, más felices.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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