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11.01.2016 Críticas  
Glamour y lujo en una deslumbrante puesta en escena

Reinvención de un clásico, opereta reconvertida en musical, gran puesta en escena que logra deslumbrar, y unas voces más que aceptables para poner en pie un correcto montaje que se disfruta con agrado.

LA VIUDA ALEGRE es la opereta más famosa de todas, estrenada en 1905 en Viena, ha sido versionada en infinidad de ocasiones y en los escenarios más conocidos del mundo. La opereta no es un género muy conocido en España, donde La Zarzuela ha ocupado su lugar dignamente. Es todo un acierto por parte de los productores darle un giro hacia el género musical para conseguir atraer a un público que quizá se mostrara reacio a asistir a una opereta clásica.

Este deslumbrante espectáculo se estrenó hace unos meses en el Teatro Arriaga de Bilbao y ya nos llegaron los rumores acerca de lo elegante de este montaje. Llega ahora a la Sala Roja de los Teatros del Canal y hay que decir que la espectacularidad de la puesta en escena brilla con todo el lujo que se le presupone.

La historia es conocida y previsible, mujer joven y elegante que hereda una fortuna al enviudar. Tramas y enredos se suceden para conseguir que la rica y alegre viuda se case con algún pretendiente de ese reino imaginario para evitar que la fortuna salga del país. Aparecen antiguos amores, truhanes, embajadores interesados, mujeres que engañan a sus maridos delante de sus ojos y todo un sinfín de tópicos que no sorprenden pero que tampoco molestan, al fin y al cabo la historia y el libreto fueron escritos hace más de cien años, así que la historia la hemos visto en más de una ocasión.

Para conseguir el giro al género musical, se han elegido voces de las más conocidas de los musicales de nuestro país. Como cabeza de cartel, una elegante Natalia Millán con una carrera más que curtida en el género y que consigue con su porte y su maestría que caigamos rendidos a los encantos de esa viuda. El elenco se completa con el aporte de unos profesionales de la talla de Antonio Torres, Silvia Luchetti y Guido Balzaretti. Todos están impecables, consiguiendo todos ellos momentos de gran talla musical.

Juega un papel importante la escenografía de Daniel Bianco. Hacía mucho tiempo que no veía en escena un despliegue tal de medios, tanto de escenografía como de cantidad de intérpretes. La crisis y el IVA cultural han resultado que los montajes se recorten y se simplifiquen. No ocurre esto en LA VIUDA ALEGRE. Tiene de todo, orquesta en directo, escenario lleno de actores, y un vestuario y decorados que traen a la mente los montajes más espectaculares que recordamos. Tres actos bien diferenciados, con un final apoteósico digno de un Broadway de enciclopedia, brillo, coreografía, y un gran elenco cantando un final feliz.

Quizá no es este un espectáculo que pueda competir con otros montajes que atraen grandes cantidades de público a la Gran Vía madrileña, las entradas no son económicas y no es un espectáculo para llevar a los más pequeños de la casa. Pero la calidad del montaje es innegable y un regalo a la vista.

Si quieren una buena dosis de glamour de siempre, de vestuario espectacular y de unas voces que brillan aún más acudan a ver quién se queda con la fortuna de la viuda, no solo su fortuna, también su corazón.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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