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22.12.2015 Críticas  
EL GRAN LLIBRE MÀGIC, propuesta familiar a medio gas

Vaya por delante que ésta va a ser una crítica complicada. Porque hacerla desde la simplista opinión personal sería injusto con la compañía, pero perdonarle sus defectos a la obra lo sería con el público. Más que equilibrios, vamos a intentar hacer malabarismos con los elementos, y a ver cuantos elementos conseguimos mantener en el aire.

Hablamos de EL GRAN LLIBRE MÀGIC que llega por segunda temporada al Teatro Goya de Barcelona. Un montaje bilingüe de teatro infantil musical que nos cuenta la aventura de dos charlatanes al introducirse dentro de un volumen encantado para curar su misterioso catarro. Enfermedad que está haciendo que todos los personajes de cuento sufran incomprensibles alteraciones: el Gato con Botas cree que es uno de los Tres Cerditos, Caperucita Roja habla al revés y el conde Drácula se ha quedado ciego. La culpable de todo es la malvada Virus, que lo está editando todo a placer con la intención de convertirse en la única protagonista de las historias.

El planteamiento es claro, y el “gimmick” particular de la función, llamativo: un enorme libro que mueve los ojos y la boca y cuyas páginas se convierten en los escenarios en los que transcurren dos de las secciones de la historia. Ese atractivo inicial acaba por saber a poco: quizás, como suele corresponder a la estructura tradicional de los cuentos, hubiera hecho falta un tercer escenario para acabar de completar el viaje. Es un pequeño detalle, pero que parece el síntoma de algo más que se repite durante la obra: casi da la impresión que la compañía ideal para representar esta obra hubiera de tener un par más de integrantes. ¿Consecuencias de la crisis?

A los miembros de la compañía poco de negativo hay que criticarles: especialmente la pareja protagonista, Albert Gracia (también el autor) y Antonio del Valle, son simples pero coherentes, y se ganan a los niños. Mariona Ginés, como todos, se multiplica en varios papeles secundarios, pero destaca su manejo del Gato con Botas y su Caperucita inteligente y complicadamente disléxica. Cristina Murillo (Virus) y Enrique Pérez Mata (Drácula, Barbanegra) están algo menos brillantes en sus papeles, pero funcionan bien dentro del espectáculo.

No obstante, hay detalles que suman confusión. Información que sale de la nada. La barba azul de Barbanegra sigue siendo azul cuando todo ya se ha solucionado. Un doble enamoramiento repentino que acaba por no llevar a ninguna parte. Pese a todas sus maldades, no hay una señal de que Virus esté más cerca en ningún momento de ser a protagonista que desea: fastidia por fastidiar. Hay canciones, como la tarantela de Antonelli de la segunda mitad de la función, que tendría mucho más sentido en la primera. Aparte de eso, los temas de David Ávila son variadas, aunque de nuevo dan la impresión de que lucirían más con una compañía algo más numerosa.

A los niños no parece importarles demasiado (los problemas microfónicos que se repitieron durante la función, sí), y es por eso que al principio me refería a la obra como infantil más que familiar: entre 4 y 10 años sería la edad ideal. Aún así, hay referencias que los chavales cogerán -como la influencia del Gato con Botas de Banderas en el de esta obra, o el bastón/espada luz de Drácula- y otras que les dejarán totalmente descolocados -desde la referencia a una anciana misteriosa como “Cayetana” hasta un fragmento del Fantasma de la Ópera o la elección de la estética del Drácula de Coppola para un personaje que, en cualquier caso, no pertenece a la literatura infantil. ¿Guiños para los adultos? Tal vez, pero descompensados con la simplificación de otras áreas del espectáculo.

Confusión, por tanto, es el resumen final: para los adultos, esto es, que se quedarán con la idea de que han visto algo que podía haber dado más de sí, una obra que podía haberse trabajado más en la mesa de escritura. La mayoría de niños estarán encantados desde el pre-show con globos y magos hasta el post-espectáculo haciéndose una foto con el elenco. En el fondo, ¿no es esa la idea? Probablemente, pero no deja olvidar el enorme potencial que tiene EL GRAN LLIBRE MÀGIC si se cuece a fuego algo más lento…

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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