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21.12.2015 Críticas  
Adeu, Vol-Ras

Una platea puesta en pie, llena de amigos, colegas y admiradores, despidió a Vol-Ras; cada uno, con su nariz de payaso. Tras más de 30 años y una veintena de espectáculos, la compañía catalana abandona los escenarios (sus integrantes continuan por separado), y no precisamente por gusto.

Reivindicaciones aparte, han elegido para despedirse su último espectáculo de 2013, DA CAPO, que han representado los días 14 y 15 de diciembre en el teatro Poliorama de Barcelona.

Contaba Jordi Milán, alma de La Cubana, que durante las funciones de “Cegada de Amor” los técnicos llegaban a instalar asientos entre bambalinas para ver las evoluciones de los actores cada vez que entraban y salían de escena, y que aquello les llevó a crear el espectáculo “Una Nit d’Ópera”, sobre lo que ocurre detrás de los decorados. Y ese es el punto de partida de DA CAPO: los entresijos, los vacíos, los silencios y las fantasías de un concierto de música clásica, vistos por detrás.

Tras una simpática introducción, Joan Segalés y Joan Faneca nos ofrecen uno de los mejores momentos de la obra, en el que se multiplican en casi todos los miembros de una orquesta. La caracterización de Toni Santos resulta un elemento clave, con multitud de pelucas y barbas, pero también su dominio perfecto del gesto y la postura para transmitirnos instantáneamente la impresión de un nuevo personaje. DA CAPO tiene luego otros grandes sketches, pero es este largo gag inicial el que quizás fotografía mejor el grado de maestría al que Vol-Ras ha llegado en su particular arte del mimo y el clown.

El resto de la obra nos deja en manos de dos técnicos de los que suelen moverse tras los escenarios arreglando aparatos y preparando utillaje, y que no pueden hablar para no molestar al concierto. El ritmo de la obra baja intencionadamente, para situarnos en ese mundo del que está relacionado con el espectáculo pero no aparece en escena, el que se queda detrás, la pieza más pequeña del engranaje. Vamos asistiendo a sus pequeñas disputas y accidentes, sus sueños y decepciones, y también a su relación con dos personajes curiosos: el tenor (otro de los grandes hallazgos) y la soprano. Hay momentos cotidianos y otros poéticos, e incluso ocasiones para expresar las bazas más clásicas del mimo: paredes invisibles, objetos rebeldes…

El final de la obra está marcado por un desastre apocalíptico que aniquila el pequeño universo en el que se movían los personajes y que se acerca un paso más a la realidad: el final de DA CAPO es el final de Vol-Ras, es una mirada tierna a lo que han sido en estos 35 años y las circunstancias finales de su separación. Pero también es lo que significa esa expresión musical italiana: un volver a empezar desde el principio.
Vol-Ras ha aterrizado (“tragedy!”). Gracias a todos los pasajeros y al personal de cabina por su compañía, y esperamos que pronto volvamos a volar juntos. O por separado.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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