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01.12.2015 Críticas  
Lo que se dijo en La Camarga: teatro verité

Cualquiera que esté más o menos al día de los escándalos políticos catalanes sabe que la familia Pujol está siendo investigada por un posible entramado criminal basado en la corrupción. También le sonará que la ex-amante de uno de los hijos del ex-President tuvo una conversación sobre estos asuntos con la (ahora) ex-presidenta del PP catalán, en el restaurante La Camarga.

Esa charla fue grabada por una agencia de detectives y posteriormente enviada a la policía y, casi filtrada en su totalidad. Ahora, ese encuentro se ha convertido en una obra de teatro, producida por TeatrodeCERCA y El Cicló-Teatre Tantarantana, y presentada por la compañía La Rueda, que puede verse en el Almería Teatre de Barcelona.

CAMARGATE 1.1 nos presenta casi exclusivamente la comida entre esas dos mujeres, con los nombres irónicamente cambiados para “proteger a las inocentes”. Alicia Sánchez Camacho pasa a ser Antonia Sanchis Cemacha encarnada por Cristina Gámiz, mientras que Victoria Álvarez se transmuta en Bibi Alves bajo la interpretación de Anna Sabaté. A su lado, en pequeños papeles de apoyo, encontramos a Pep Durán, que tanto es un camarero del restaurante como su dueño, el espía que controla la grabación o el chófer de la presidenta popular.

No salen bien paradas, inicialmente, las dos famosas, en el retrato que se hace de ellas, aunque hay que tener en cuenta que la conversación está basada, al 100%, en el contenido de la conversación grabada por Método 3. Pero dentro de esos estrictos parámetros, no obstante, Gámiz nos ofrece a una Cemacha interesada por acumular armas políticas, más que por deber o rectitud, pero que esconde a una mujer con graves carencias emocionales. Sabaté, por otra parte, pinta a una Alves al borde de la histeria, pija de la muerte (pero de Zara) y a la que le sobran los contactos sociales. Una está dispuesta a lo que sea para mantener su posición, la otra está dispuesta a contar lo que sabe para… ¿vengarse? ¿Quedarse tranquila? ¿Huir hacia delante? ¿O tiene realmente un sentido de la justicia?

La obra, escrita y dirigida por Jorge-Yamam Serrano y Nico Aguerre, se ha actualizado (de ahí el 1.1 del título) desde su estreno, con las últimas revelaciones sobre el caso y las consecuencias para sus protagonistas. La trama, la conversación, oscila entre la revelación de los entresijos de la corrupción política del país y las confidencias sexuales a lo “Sexo en Nueva York”. Lo segundo, no nos engañemos, no deja de ser una chafardería descarada, al meternos en una conversación real mantenida (supuestamente) de forma privada. Pero mezclado con lo primero, pinta un dibujo de ese estrato de la alta sociedad de baja estofa, donde todos creen que pueden tener lo que quieran porque ellos lo valen, sea el dinero, el lujo, el poder o acostarse con quier deseen. Ese mundo en el que “haber ido al cole con” abre puertas de despachos y dormitorios, en el que los sobres en B y los trapicheos multimillonarios son la norma, y en el que existen “fiscales de confianza” y de cabecera. Donde se exhiben conquistas y contactos en busca de la reafirmación personal.

Tan divertida como indignante, CAMARGATE 1.1 es un buen trabajo de sus intérpretes, con una puesta en escena sencilla pero eficaz, que pone el foco al 100% en sus protagonistas. Sus protagonistas acaban transmitiendo una cierta ternura y hasta empatía, a la vez que rechazo, en proporciones tal vez distintas a la que transmite la imagen pública de los personajes reales en las que se basan. No obstante, permitirá entender mucho más los entresijos del famoso caso y lo que se dijo en aquel, ya famoso, almuerzo en La Camarga.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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