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25.11.2015 Críticas  
A veces las madres deben descansar

Incombustible, potente, estresada, liberada, extasiada y otros miles de adjetivos podemos destinar a la magnífica interpretación de Clara Segura en CONILLET. Dirigida por Marc Martínez, Clara nos da una lección de interpretación cercana al público que más de una mujer podrá entender a la perfección.

CONILLET es una obra de teatro interpretada exclusivamente por Clara Segura basada en el monólogo original de Marta Galán Sala, «El conejito del tambor de Duracell». Digo exclusivamente porque aunque parece que en escena haya más de una Clara Segura (la actriz no para de moverse de lado a lado desde que el público accede a la sala), solo ella, extasiada, llena el pequeño espacio escénico del Espai Lliure.

La obra expresa perfectamente lo que es una madre para el siglo XXI. Una mujer que debe abarcar con todo sin rechistar. Es madre, trabaja nueve horas seguidas, ama, tiene rabia, tiene miedo y está muy, muy, muy cansada. Es una mujer al límite que sobrevive a su presente destripando su pasado para hacer las paces y poder vivir el futuro con dignidad. Una mujer que tiene que aguantar que, encima, intenten decirle cómo educar a su hijo. Una mujer extasiada que decide tirar adelante con la única ayuda de ella misma.

Y es que, Clara Segura, escenifica perfectamente el rol de una madre extasiada. No para. No se detiene. Quiere a sus hijos. A su pareja. Lo abarca todo pero…, ¡basta!, necesita un descanso. A veces las madres deben descansar y eso, todos (incluso algunos padres), deberían metérselo en la cabeza.

CONILLET se presenta en un austero espacio escénico. Una pared enganchada a un suelo de madera de, más o menos la misma superficie. En la pared un hueco, una madriguera, una salida, ¿o una entrada?. ¿Un refugio o un agujero negro donde esconder el dolor y el cansancio?. Clara se mueve a través de él para aparecer con libros, pintalabios, o incluso, pequeños muebles que harán que entremos, si más cabe, en la historia que nos explica. Un escenario sencillo pero efectivo que se convierte en la expresión de vida de una madre repleta de roles a seguir.

La interpretación de la actriz durante el monólogo es sencillamente soberbia. Transmite el estrés que sufre de forma simpática. La empatía que emana hace que sientas su sufrimiento, su locura, su cansancio… la entiendes. Ves su cara y solo deseas abrazarla y decirle que pare, que se tome un descanso, que se siente… ¿puedo hacer algo por ella? ¿podemos hacer algo por nuestras mujeres? El sentimiento se retuerce para indicarte que, en algún momento, puedes haber hecho sentir así a tu madre o pareja. Todo ello, junto al marcado ritmo en la escena que ha sabido impartir Marc Martínez, director del espectáculo, hace que en tu interior un sentimiento de culpa emerja y se estanque.

No me extraña que CONILLET haya funcionado tan bien en su estreno en Temporada Alta de Girona o que, tras las fechas escogidas para presentarlo en Barcelona, haya reventado taquilla y haya ampliado una semana más su permanencia en el Lliure. Sencillamente, no puedes dejar pasar la oportunidad de ver una obra tan desgarradamente real como esta. Tienes una semana y el tiempo corre… ¿llegarás a tiempo? Tick, tack, tick, tack…

Crítica realizada por Norman Marsà

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