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12.11.2015 Críticas  
Un milagro que no llega

El milagro ha llegado a Barcelona. Los Lopez instalan su mansión surrealista en el Teatro Capitol para anunciar que los milagros existen, incluso en casa de aburridos ricos con problemas insulsos. Sí, ellos también se aburren.

Acudir al teatro a disfrutar de un Mihura siempre es un arma de doble filo. Si te gustan los personajes extrapolados y los textos divertidamente enrevesados, seguramente disfrutes de la función. Pero, si al contrario, no soportas los personajes de habla rápida y exagerados con gestos recurrentes en situaciones inesperadas; tal vez debas ver otra cosa. El surrealismo se adueña del capitol.

Nuria González y Carlos Chamarro son Los López; un matrimonio acomodado que vive en una mansión, encerrados desde hace diez años con la sola compañía de sus criados, Teresa y Jacinto. Su monótona vida, renace cada vez que erigen una pelea tonta. Las peleas cambian a dramas oscuros cuando ellos mismos hablan que para dejar de aburrirse, han pensado incluso asesinar al otro; pero eso los dejaría solos y encerrados (a la par que aburridos). Aunque nunca aclaramos porqué están encerrados, podemos vislumbrar que sus personalidades, alejadas y atrayentes, viven en una total y constante pelea.

Un deseo al azar, tener gente en la casa como huéspedes, quebrará toda esta cháchara de la lechera tras recibir una visita inesperada. El timbre suena, y una chica rubia, en éxtasis de felicidad, busca un apartamento para alquilar. Si hace un momento que lo han comentado en voz alta… ¿cómo puede ser que su primera inquilina aparezca en su puerta? El misterio comienza y ya nada volverá a ser igual.

Mihura lleva el surrealismo de su obra al extremo creando un sub-mundo en una mansión Madrileña que nos volverá locos a todos. Tramas y más tramas, cháchara y más cháchara inacabada, ocuparán la tarde de los asistentes a una obra que no lleva su ciclo a buen fin.

La primera parte de la obra (solo separada de la segunda con un fundido a negro), es un sinvivir de reproches maravillosos de los señores, quienes se quieren y se odian a la par; y de unos criados cuya vida está infravalorada tras la sombra de esta insoportable familia. Una primera parte divertida e ingeniosa. Por el contrario, la segunda parte de la obra queda obcecada en intentar saber qué ocurre con estos personajes, llegando a ser demasiado larga y repetitiva sin llegar a solucionar el tema principal que nos ocupa. Además, este queda esquivado y relegado por un nuevo tema que ocupará el final del espectáculo dejándonos con la sensación de un «coito interruptus».

El MILAGRO EN CASA DE LOS LOPEZ se sostiene como una obra entretenida y divertida… pero no indispensable. Eso sí sería un milagro.

Crítica realizada por Norman Marsà

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