El pasado lunes 27 de julio disfrutamos de probablemente uno de los mejores espectáculos que acogió el Festival Grec de Barcelona de este año. Los 23 grandes componentes de la “Compagnie XY”, una compañía francesa que acoge diferentes culturas y nacionalidades, hicieron vibrar el anfiteatro.
En un escenario negro, vacío, apenas iluminado y cuando todavía no era media noche, el circo acrobático se inició con una enérgica y torpe pelea entre dos componentes. Esta secuencia degeneró y los demás protagonistas salieron a escena donde el miedo combinó con el desorden de la soledad. Entonces, de repente todo explotó, las miradas malinterpretadas, las agresiones y los golpes lo convirtieron en una pelea deliberadamente desordenada e intensa. Transmitieron una imagen de la violencia instintiva de las relaciones sociales, donde la brutalidad manda y el único deseo es ser el más fuerte. Un absurdo reto físico.
Esta es entonces, la premisa fundamental del espectáculo donde el individualismo se convierte poco a poco en la voluntad de formar grupos para unir fuerzas y llegar más alto. Sus cuerpos enredados y estratégicamente estructurados se derriten y crecen para construir pirámides humanas. Por momentos la tensión disminuye y la respiración en común se materializa en bailes relajados y agradables. En poco más de diez minutos el espectáculo entra en un bucle de acrobacias que muestran un trabajo impecablemente realizado.
A continuación, además de algunas imágenes poéticas de cuerpos en espiral, posiciones sensuales y equilibrios sorprendentes, se recupera la burla del individualismo con coreografías desatadas de lindy hop y regresa al estiramiento y a las acrobacias. El virtuosismo es ciertamente excepcional, la sucesión infernal de caídas que nos dejaron sin aliento, las desviaciones, los despegues, las volteretas y la escaladas en tiempo récord hicieron que no apartásemos la mirada del escenario ni un solo segundo.
Sin lugar a dudas, IL N’EST PAS ENCORE MINUIT entusiasmó a la mayoría de los espectadores de todas las generaciones e indiscutiblemente, las acrobacias realizadas por partes iguales, tanto de mujeres como de hombres, dieron al espectador un sentimiento de orgullo. El espectáculo nos hizo reflexionar sobre la idea de que no logramos relacionarnos en esta sociedad sin superar los miedos, las limitaciones ni el egoísmo.
Durante 60 minutos vivimos un sueño, nos robaron el aliento, nos hicieron sonreír y desear volver a verles pronto.
Crítica realizada por Milena Vazquez
