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02.07.2015 Críticas  
Teatro que hace grande al cine

En 2010 la película EL DISCURSO DEL REY se alzaba con el Oscar a la mejor película, coronando así el éxito de crítica y público que había ido cosechando desde su estreno. Llega ahora una adaptación que deja con la sensación de que no era necesaria.

El terreno de las adaptaciones del cine al teatro y viceversa es ya una relación consolidada. Desde los inicios del séptimo arte, este ha bebido de los grandes textos teatrales, y el teatro se ha valido de historias creadas para las tablas para ofrecernos grandes adaptaciones cinematográficas; así que solo era cuestión de tiempo que EL DISCURSO DEL REY se pasara a las tablas de un escenario.

La producción estrenada en el Teatro Español, es una producción correcta, Magüi Mira es una consolidada directora, pero la sensación que me recorre es de una producción de encargo, algo creado para atraer al gran público, pero carente de la garra que se le supone.

Juega en contra de la producción el hecho de que la historia es de sobras conocida debido al éxito de público que tuvo la película y que las interpretaciones de la misma eran de esas que se recuerdan con emoción. Es difícil disociar las imágenes de la película frente a lo que se observa en la sobria puesta en escena. Una escenografía básica, -demasiado a mi gusto- y una iluminación que se me antoja simplona y una duración excesiva no ayudan a la emoción que uno quisiera sentir.

El reparto está correcto, Adrián Lastra, curtido en el teatro musical y que tiene una gran capacidad camaleónica que asombraba en sus interpretaciones del personaje de Colate en “Hoy no me puedo levantar”, tiene aquí la difícil responsabilidad de llevar sobre sus hombros el papel protagonista. Adrián tiene un lado cómico que se muestra demasiado contenido, el papel requiere más explosión, más rabia, yo eché de menos la fuerza que le imponía Adrián al personaje de Colate, aún así he de decir que la interpretación es más que digna y que consigue lo que se espera de ella. El resto del reparto está correcto. El papel del profesor, interpretado por Roberto Álvarez, destaca por encima de los demás y se queda uno con ganas de más clases y más diálogo entre el profesor y el Rey.

La gran duda que me asaltaba durante toda la representación era saber si estábamos ante un drama o una comedia. Hay un poco de las dos vertientes, si bien ninguna de las dos está completa. Yo hubiera preferido un poco más de comedia y menos trauma, queremos ver a un Rey ante el trago de superar su tartamudez y pronunciar un discurso clave para la historia de Inglaterra. Queremos sentir su lucha, verle sudar, reírnos con sus equívocos y emocionarnos ante el logro. Al final esa emoción se queda cuanto menos diluida, en un final abrupto y que deja con sensación de inacabado.

Las transiciones de escena con esas coreografías y esos pases de baile que se marcan los actores son cuanto menos originales pero no contribuyen a la agilidad del montaje. Aun así, EL DISCURSO DEL REY se disfuta con una sonrisa y con agrado. No pasará como uno de los mejores montajes del año pero no deja de ser una buena opción para una noche entretenida.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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