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29.06.2015 Críticas  
No reírse debería ser penado por ley

Dos Drags en estado de gracia pero con un espectáculo ruinoso, con sus dos sirvientas, una rusa y la otra traumatizada. Agiten esto, pongan la brillante imaginación de Julian Salgueiro y Miguel Ángel Jiménez y la música creada por Jorge Toledo a funcionar y sale un espectáculo del que no se puede salir sin la sonrisa dibujada en la cara.

NI CASTAS NI PURAS une en una disparatada historia fragmentos de distintos micromusicales que se han visto en el Off madrileño en pasadas temporadas, desde «La Chica de la Curva» a «Contracciones».

De la mano de Castigo y Purificación vamos hilvanando uno tras otro esos fragmentos, llegando a momentos de verdadero derroche de humor. La única pretensión de este brillante coctel no es más que entretener y conseguir que en más de un momento no podamos reprimir las carcajadas.

Julián Salguero y Miguel Ángel Jiménez están brillantes y divertidos en ese papel de Drags cuarentonas y más brillantes aun en las recreaciones de las distintas historias que nos van contando. Verónica Polo y Laura Castrillón impecables y divertidísimas.

Hay mucho talento en ese sencillo espectáculo, voces más que correctas y una dosis de humor que contagia la pequeña pero abarrotada Sala Azarte. En el difícil arte de la comedia es complicado no caer en lo chabacano o incluso en lo vulgar, eso no ocurre aquí. Aquí nos reímos de todos y de todo pero con ese fino humor que no ofende o por lo menos no lo pretende.

Es agradable descubrir en salas pequeñas talento y un gusto impecable por el musical de pequeño formato, ya sea cómico o dramático. La cercanía con los actores y músicos consigue que se creen climas inolvidables.

NI CASTAS NI PURAS consigue que además pasemos los mejores 80 minutos de la semana. Debería ser prescripción médica entrar a ver ese espectáculo y acompañar a Castigo y Purificación en su viaje.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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